miércoles, 25 de mayo de 2011

MAUD

Dicen que Maud Gonne fue una de las mujeres más hermosas, inteligentes y combativas de su época. Me gusta cuando en las biografías usan la palabra "agitada vida", pues aunque el eufemismo encubre en muchas ocasiones vidas disolutas o poco edificantes, siempre imagino vidas llenas de viajes, experiencias, amores, luchas, sueños... Llenas.
Pues bien, su agitada vida la llevó de su Inglaterra natal a Irlanda, más tarde a Francia, donde hizo suya la causa por la independencia irlandesa, a la que dedicó varios e intensos años recorriendo Europa y Estados Unidos. En Francia se relacionó con Lucien Millevoye con el que tuvo dos hijos.
Pero es en 1889 cuando Maud conoce a William Butler Yeats y sus nombres pasan a la historia enlazados en el mismo renglón turbulento de la vida. Yeats quedó rápidamente subyugado por la fuerza y la belleza de Maud y le pidió insistentemente matrimonio durante los siguientes años. Y ella lo rechazó con la misma contumacia.
Esas negativas no constituyeron ningún obstáculo para que su relación continuase inquebrantable a lo largo de sus vidas. El poeta participó, seguramente de la mano de Maud, en las protestas contra Inglaterra y ella le ayudó a fundar el Abbey Theatre de Dublín, por poner sólo dos ejemplos de su fértil amistad.

Maud llegó a casarse con John MacBride -muerto en la Pascua sangrienta de 1916- del que tuvo un hijo y del que se separó a los pocos años. Mientras Yeats escribía melancólicos y desesperados poemas, Maud trabajó en la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial, escribió numerosos artículos políticos y fue encarcelada en Irlanda por su participación en las revueltas contra la corona inglesa. Allí fundó, durante la guerra civil, la Liga para la Defensa de las Mujeres Prisioneras cuyo objetivo era servir de apoyo a las familias republicanas.
Después de su muerte, su hijo Sean, recogió el testigo de su combativa madre: fue miembro del IRA, continuó con la labor de defensa de los prisioneros y fue uno de los fundadores de Amnistía Internacional. Sean llegó a ser ministro de Asuntos Exteriores de Irlanda y en 1974 obtuvo el Nobel de la Paz.

Es posible que la relación de Maud y Yeats se diluyera en esos últimos años, aunque no lo creo. Quizás no la tuvo como él hubiese querido, pero Maud vivió la vida que quiso vivir y estuvo a su lado siempre.
Algunos lo llamarían azar, yo no sé cómo llamarlo, tal vez conspiración, o tal vez se queden sin nombre esos hechos insólitos que nos unen a otras personas más allá de lo explicable. Yeats murió en Francia en 1939, pero su cuerpo fue trasladado a Irlanda, a su dulce Innisfree, en 1948. Una de las personas encargadas de exhumar el cadáver fue el ministro de Asuntos Exteriores... efectivamente, Sean MacBride, el hijo de Maud Gonne.

lunes, 23 de mayo de 2011

HORIZONTES


Horizontal, sí, te quiero.

Mírale la cara al cielo,

de cara. Déjate ya

de fingir un equilibrio

donde lloramos tú y yo.

Ríndete

a la gran verdad final,

a lo que has de ser conmigo,

tendida ya, paralela,

en la muerte o en el beso.

Horizontal es la noche

en el mar, gran masa trémula

sobre la tierra acostada,

vencida sobre la playa.

El estar de pie, mentira:

sólo correr o tenderse.

Y lo que tú y yo queremos

y el día —ya tan cansado

de estar con su luz, derecho—

es que nos llegue, viviendo

y con temblor de morir,

en lo más alto del beso,

ese quedarse rendidos

por el amor más ingrávido,

al peso de ser de tierra,

materia, carne de vida.

En la noche y la trasnoche,

y el amor y el trasamor,

ya cambiados

en horizontes finales,

tú y yo, de nosotros mismos.

PEDRO SALINAS

jueves, 19 de mayo de 2011

SANDYCOVE (IV)

Subió otra vez al parapeto y miró allá, toda la bahía de Dublín, con el claro pelo roblepálido ligeramente agitado.

Yo tampoco terminé el Ulises. Y eso que comencé a leerlo en aquellos tiempos de ávida obediencia literaria, en los que dejar un libro sin terminar -aunque fuese infumable- constituía para mí una afrenta intelectual difícil de subsanar. Afortunadamente el tiempo cura muchas estupideces. Pero con el Ulises, entendía yo que me faltaban muchas claves para llegar del todo hasta él, que había "algo", más allá del sinsentido en el que yo me perdía al cabo de varios capítulos.
Tal vez por eso, llegar hasta la Torre de Martello, divisar la brumosa bahía de Dublín, trepar por la escalera de caracol apalpando las paredes o merodear por el desordenado cuartucho testigo de las borracheras de Gogarty, Joyce y Trench, me haya hecho comprender muchas cosas, además de aquella lejanísima lectura.
No sé si volveré alguna vez al Ulises, quién puede saber por dónde irán los tortuosos o dulces caminos de las lecturas personales. No sé siquiera si alguna vez volveré a coger el tren que lleva hasta Sandycove. Pero sé que la literatura y la vida se penetran y nutren una a la otra de un modo sorprendente. Y de esa sorpresa vivimos algunos pobres mortales.

Deteniéndose, escudriñó hasta lo hondo de la oscura escalera de caracol y gritó con aspereza:
-Sube acá Kinch. Sube, cobarde jesuita.

Buck Mulligan echó la fritanga en el plato que tenía al lado. Luego llevó a la mesa el plato y una gran tetera, los dejó pesadamente y suspiró con alivio.

Stephen, tomando su bastón de fresno de dónde estaba apoyado, les siguió y, mientras ellos bajaban la escalera, tiró de la lenta puerta de hierro, la cerró y se metió la enorme llave en el bolsillo interior.

Stephen, con un codo apoyado en el granito rugoso, apoyó la palma de la mano en la frente y se observó el borde deshilachado de la manga de la chaqueta, negra y lustrosa. Un dolor, que no era todavía el dolor del amor, le roía en corazón. (...) A través de la bocamanga deshilachada veía ese mar saludando como una gran madre dulce (...).

¿Quiénes eran Gogarty y Trench, los compañeros de Joyce en aquella torre?
Un poco de paciencia. Continuará...

lunes, 16 de mayo de 2011

EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA, COMPETENCIAS...

Camina como un diosa, con ese bamboleo de hembra poderosa ligeramente desganada. La primera vez que la vi llevaba una túnica amarilla brillante; el pelo, tejido en dimutas trenzas, pintaba en su cabeza un paisaje de surcos perfectos; su piel negra, lisa, suave y amplia como un desierto de azúcar te dejaba sin aliento.
Penda tiene doce años, sólo habla francés, es educada y respetuosa y abre unos ojos enormes y solitarios ante cualquier palabra nueva. Necesita unas clases de apoyo con el idioma y por eso, durante algunas horas a la semana, acude puntual a la biblioteca a encontrarse conmigo. Trae siempre una libreta primorosa, con una caligrafía elegante ante la que no oculto mi admiración. Me gusta verla sonreír.
En los meses que lleva aquí ha cambiado su forma de vestir, ahora lleva pantalones vaqueros y sudaderas, se ha alisado el cabello y camina con ese aire perdido de cualquier adolescente. La diosa ha descendido a la tierra.
Hablamos de cualquier cosa y ella apunta las palabras extrañas como si fueran tesoros que no quiere perder. Es lista y aprende rápido. Ayer me pidió que le pusiese una película de la que le habían hablado sus compañeros: Charlie y la fábrica de chocolate.
Durante hora y media Penda dejó de existir. Inmóvil ante la pantalla, apenas respiraba y sentí como si la despertase de un sueño cuando le toqué en el hombro para decirle que ya había terminado. "¿Te ha gustado?" le pregunté. Ella se levantó con lentitud, recogió su cuaderno de los tesoros y mientras salía de la bibloteca me respondió muy bajito: "¡Qué cosas tan bonitas hacen los blancos!"
Creo que no tengo que decirte nada más mi querida Lula...
Un abrazo
Lucas Tanner

viernes, 6 de mayo de 2011

domingo, 1 de mayo de 2011

HA NACIDO UNA ESTRELLA

Aquí está. En el rutilante universo virtual, la estrella más reciente y vibrante: LA CAJA DE PANDORA. Una revista on line que podéis leer o descargar con facilidad y que comienza su andadura con un número especial dedicado al Holocausto.
No tengo el honor de ser la madre de la criatura, digamos que una tía ilusionada y atenta a las necesidades de tan tierna recién nacida.
Quizás el honor más grande resida en formar parte de este proyecto blogueril que Crowley ha sabido pilotar con mano firme y espíritu generoso y libre.
Pasen y vean (y suscríbanse): CLIC