domingo, 27 de febrero de 2011

NORDÉS


Hoy soplaba norte sobre Citroën sur Mer. Los mástiles de los barcos anclados en el pantalán del Naútico emitían un extraño tintineo: el viento hacía chocar las amarras y miles de ruiditos metálicos de piezas cuyo nombre desconozco llenaban el silencio del paseo. El viento norte deja siempre un cielo limpísimo y un escalofrío en el cuerpo. La ciudad estaba casi vacía. Sólo los parias sin segunda vivienda junto al mar calentaban sus huesos en la terraza de algún bar: noctámbulos de retirada detrás de unas gafas de sol, viajeros extraviados, parejas extrañas, inmigrantes, vagabundos, una anciana triste, un niño gritón... y yo.
Entre trago y trago de cerveza hojeo un libro de Capa que venía con la prensa dominical. Fotografías de guerra que parpadean bajo mis manos, rostros y miradas que me observan desde un más allá paralizado en la belleza. Sí, me enamoraría de Capa, seguro.

Se hace tarde y camino hacia casa. Vivo en la única calle de la ciudad que tiene naranjos. Muchos consideran un prodigio extraño que tan al norte crezcan azahares que inunden de anómala belleza una urbe tan salvaje.

Hoy, el prodigio era una tierna promesa de futuro.

viernes, 25 de febrero de 2011

TODA AQUELLA GENTE


MICKEY: necesitaba un instante para ordenar mis pensamientos, pensar con lógica y considerar al mundo otra vez desde una perspectiva racional. Subí al anfiteatro y me senté, y era una película que he visto muchas veces, y siempre me ha gustado, desde niño. Y miraba a toda aquella gente en la pantalla, y empecé a entrar en la película, ¿sabes?
Y empecé a reflexionar. ¿Cómo es posible que pienses en suicidarte? Vamos, ¿no te parece estúpido? Fíjate en toda esa gente en la pantalla. Son verdaderamente graciosos, y si lo peor es verdad ¿qué importa?
(...)
Ya sé, ya sé que la palabra "quizá" es un agarradero muy débil para colgar de él tu vida entera, pero es lo mejor que tenemos. Y entonces me puse cómodo en la butaca y empecé a divertirme de veras.
Hannah an her sisters. Woody Allen

BUEN FIN DE SEMANA

miércoles, 23 de febrero de 2011

ESTA TIERRA ES MÍA



La extrañeza: que esta cinta no se haya estrenado nunca comercialmente en España.
La paradoja: que Renoir debiese vender algunos lienzos de su padre para poder filmar sus películas.
La belleza: los ojos de Maureen O'Hara humedecidos por las lágrimas.
La ternura: Charles Laughton en la cárcel cosiéndose el agujero del bolsillo de su chaqueta.
La emoción: que un hombre dedique los últimos minutos en su vida a dejar en la memoria de sus alumnos una semilla de tolerancia y libertad.
La dignidad: la sonrisa del director de la escuela ante el pelotón de fusilamiento.
El lirismo: las estilizadas imágenes en blanco y negro que forman parte de una nueva y poderosa expresión artística.


El símbolo: el gato de Louise que se escapa cada noche a casa de Albert...
La dualidad: nadie es tan cobarde o tan valiente como se imagina.
La esperanza: la educación en el respeto a la vida.
El amor: más allá, mucho más allá de lo comprensible por el mundo.
El perfume: la esencia delicada de una obra de arte.
El monstruo: un actor en una de las mejores interpretaciones de la historia del cine.
La magia: una sala a oscuras y una pantalla blanca.

domingo, 20 de febrero de 2011

viernes, 18 de febrero de 2011

domingo, 13 de febrero de 2011

MY NAME IS MATTIE ROSS


Tarde de domingo y lluvia. Invierno. No sé por qué la superación de esos tres elementos -malignos para mí- se asocia en mi cabeza con el cine. El cine en su versión más clásica, es decir: sala de proyecciones, pantalla gigante, sonido sensorround, era prepalomitera, preplastiquera, presorbedora de refresco. Por una extraña conjunción de variantes, todas esas cosas encajaron hoy en una sala semivacía, a una hora intempestiva de la tarde. La película tenía que ser buena, no había otra opción, y vaya si lo fue.

Con Valor de Ley los hermanos Coen bordan un guión sin cabos sueltos, lleno de ingenio e inteligencia, ni que decir tiene que con sentido de humor, con frases inolvidables y geniales, con personajes que manejan un lenguaje jugoso y alejado de zafiedades o simplezas (basado en un libro de Charles Portis y con una versión cinematográfica anterior de 1969).
Una historia narrada en primera persona por la imparable protagonista, Mattie Ross, una niña de catorce años que emprende la búsqueda del asesino de su padre para que el peso de la justicia caiga sobre él. Nadie como los Coen para desenredar el hilo de los acontecimientos y hacernos olvidar el tiempo en el transcurso de unas situaciones con las que el ritmo crece y crece hasta el final.

Una aventura en el más puro estilo del western, lo que no mengua sino eleva el disfrute de la cinta: personajes clásicos que no previsibles, imágenes increíblemente bellas de los jinetes bajo la nieve, de los campos de Arkansas, planos generales de los forajidos avanzando en la llanura, la intimidad rojiza de la hoguera bajo las estrellas... la emoción prendida en la imagen final con la silueta femenina recortada en el horizonte pelado del transcurso de la vida..."el tiempo se nos escapa".
Qué puedo decir de los actores si para mí han perdido ya todo vínculo con el mundo real: Jeff Bridges diluyéndose en la decrepitud de un cazarrecompensas cínico y borrachín; Matt Damon, cada vez más sutil en la ironía y ternura que imprime a sus personajes; la fantástica debutante Hailee Steinfeld...

Algunas veces olvido por qué me gustan los Coen, por qué adoro a Jeff Bridges, por qué el western es uno de mis géneros favoritos o por qué el disfrute de una obra de arte me salva de tantas cosas... está bien que existan estas tediosas tarde de domingo para recordármelo.

miércoles, 9 de febrero de 2011

JOSHUA


Estaba allí sentado, con la mirada perdida en la pared, delante de una montaña de hojas arrugadas. El Aula de Atención Educativa estaba siendo habitual para él en los últimos tiempos. Ese nombre siempre me ha parecido una redundancia o un eufemismo. Una redundancia porque se supone que en todas las aulas de un centro de enseñanza se atiende educativamente a los alumnos. Y un eufemismo porque para abreviar, todos la conocen como aula de castigados.
"¿Qué has hecho, Joshua?, le pregunté y él me respondió encogiéndose de hombros sin levantar la vista: "Nada". Y lo más triste de todo esto es que no mentía, Lula, decía la verdad de una forma descarnada y dolorosa.

Sabes que me enfado mucho cuando veo esas películas cuyo argumento es la heroica vida de un profesor en medio de un aula de matones descerebrados, aspirantes a asesinos en serie, que se salvan milagrosamente en el último minuto con un soneto de Shakespeare. Pero a pesar de mi enfado y a pesar de la zafia superficialidad con que se trata ese tema, siempre descubro en algún resquicio la rebeldía adolescente de quien se siente fuera del mundo y no se conforma.

Dirás que algo le ha pasado a tu viejo profesor, que debo estar perdiendo el juicio si te digo que me sentiría mucho mejor si Joshua se rebelase. Si algo de ese tópico del adolescente conflictivo y rebelde brillase en su mirada, incluso el odio me serviría como prueba de vida. Pero no encuentro nada de eso en el gesto ausente de tantos joshuas con los que me cruzo a diario.

No puedo imaginar qué vida se esconde detrás del chándal desgastado y raquítico que trae todos los días, ni de qué carencias es testimonio su libreta de anillas carcomida. No quiero saberlo. Pero qué puede llevar a un adolescente inteligente, que no puede callar la respuesta correcta la mayoría de las veces, a ocultarse del mundo en una apatía dócil y triste.
Cuándo yo le preguntaba sobre todas estas cosas, mientras intentábamos ordenar su libreta, de sus ojos pequeños y redondos, brotaron dos lágrimas gordas que no se molestó en apartar de la mejilla: "¿Para qué, profe?" fue su única respuesta.
Para qué luchar, para qué creer que hay alguna esperanza, algún lugar en el mundo para él. ¿Qué puede hacer Shakespeare con el témpano de su existencia? ¿Qué extraña sabiduría le lleva a no soñar para no sufrir día tras día la misma decepción de la vida? ¿En qué mundo estamos viviendo, Lula, cuando algunos adolescentes crecen con alma de viejos desahuciados para la esperanza?

Y al verlo alejarse por el pasillo con su destartalada libreta debajo del brazo, se me vino una imagen que leí - en algún libro de Durrell, ya no recuerdo- en la que se decía que no había nada más triste y desolado que la belleza de una flor abandonada en la ventana de una fábrica.
Un abrazo.
Lucas Tanner


lunes, 7 de febrero de 2011

LUNES, SOL...

Una ciudad al norte, costera, que hace ya tiempo dio la espalda al campo y se rodeó de industrias que la hicieron crecer desproporcionada, a empujones, que la alimentaron de inmigración y trabajadores y dibujaron para ella un horizonte de chimeneas, de aristas y esperanzas, de futuros desarraigos. Una ciudad en la que nadie mira hacia el mar, porque el mar es la rutina semanal, trabajo diario.

Un grupo de hombres en paro que viven en ella, que cada día recorren sus calles en cuesta, que hacen de sus bares, trinchera, de sus barras soporte de esperanzas y silencios, que miran los calendarios con recelo y caminana despacio, porque no tienen dónde ir.
Ésta es su historia, una historia de presencias y ausencias, de calendarios antiguos, de buenos y malos ratos, de ratos a secas. Una historia de alcohol amargo y memoria dulce, pegajosa, de silencios, de abandono, una historia de fragilidad y blindajes, de tiernas y calladas esperanzas.

Funambulistas de fin de mes, y de principio también. Funambulistas sin red y sin público, sin aplausos al final, que caminan cada día por la cuerda floja del trabajo precario, que sujetan su existencia con andamios de esperanza y hacen de sus pocas alegrías trinchera, como si ese naufragio del que tratan de ponerse a salvo a diario no fuera el suyo, mientras hablan de sus cosas y se ríen, de todo y de nada en concreto, esperanzados, tranquilos, la mañana de un lunes al sol.
Contra la hipermetropía. Fernando León de Aranoa

sábado, 5 de febrero de 2011

DESENFOCADO

¿Puede el hombre conocer el universo?, Dios santo, no perderse en Chinatown ya es bastante difícil.

BUEN FIN DE SEMANA

miércoles, 2 de febrero de 2011

AY, LOLA

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.