domingo, 12 de octubre de 2014

MUDANZA



De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación -y ya es decir-,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?

Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.

Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
-seguro de gustar- es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.

Si no fueses tan puta!
Y si yo no supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.

A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!

Jaime Gil de Biedma
Me he mudado aquí al lado: CLIC


lunes, 16 de junio de 2014

SIETE AÑOS DE BLOG


Gracias a todos los que, con sus palabras o sus silencios, han formado parte de 
este corazón salvaje.

domingo, 1 de junio de 2014

LA ÚLTIMA VEZ



Los alumnos de bachillerato se dispersan por los pasillos después de que  suene el timbre. Nadie diría que hay algo diferente en sus pasos, en sus conversaciones o en el modo de derrumbarse sobre el césped del patio. Sin embargo, es la última vez que lo harán. Los observo desde la ventana y casi podría decir que espero una pequeña hecatombe de miradas, un gesto de complicidad, algo que los haga conscientes de esta última vez, pero nada sucede.

El aire de la primavera caprichosa sigue siendo frío y una bandada de nubes cubre las expectativas de una tarde de molicie en el espigón del muelle. Se dispersan en grupos, algunos bromean, otros se afanan con el móvil, la mayoría sale ordenadamente hacia la calle. La última vez se diluye en el aire sin que nadie quiera retenerla. 
Quizás es mejor así, querida Lula, soy ya lo bastante viejo como para haber aprendido a dejarlos ir. A lo largo de los últimos años he visto cómo se modelaban sus cuerpos excesivos o insuficientes, cómo se fueron cubriendo de una costra de rutina que poco a poco silenció la inevitable arrogancia adolescente. He asistido a la historia de esa mochila agujereada y esa carpeta carcomida por los bordes, llena de fotos felices y de versos. He ido puliendo, como un artesano, sus letras desmañadas, sus cuadernos sin tapas, sus bolígrafos mordisqueados, sus gruñidos de lunes insomne… He navegado en su euforia o su tristeza y hasta es posible que ellos lo hayan hecho también en las mías sin yo saberlo.

Dentro de unos días, la directiva del centro celebrará un acto oficial de despedida. Habrá discursos, camisas planchadas, ojos pintados, tacones y vestidos de fiesta. Habrá fotos, muchas fotos y es posible que lágrimas en una ceremonia autocomplaciente y catártica. Pero nada quedará de este instante en que los observo alejarse de las aulas para siempre.

No espero su agradecimiento, ni una palabra de despedida, ni siquiera aspiro a su recuerdo. Creo que han pagado con creces todo aquello que pudieran deberme porque en algún momento de estos años pasados he visto el destello de la curiosisdad en su miradas. En algún momento del invierno he vivido ese efímero instante en el que mis palabras fueron las suyas, tal vez para siempre. 

Querida Lula, recibe un abrazo de tu -cada vez más- viejo y cansado profesor.
Lucas Tanner.

martes, 27 de mayo de 2014

LA CIUDAD INVISIBLE

El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y darle espacio.
Marco Polo















martes, 8 de abril de 2014

PANDORA 8



Nuevo número de La Caja de Pandora: Especial Héroes. Se puede descargar aquí: CLIC
En este número he colaborado con la reseña del libro de Michael Chabon Las increíbles aventuras de Kavalier y Clay. 


 

viernes, 4 de abril de 2014

LONDON 2, BANKSIDE.

"¿Qué obra se ensaya y cuál es mi papel?" (Ned, de la Compañía del Almirante) 
Shakespeare in love






Siempre es agradable participar en una ilusión. Igual que el espectador de cine o teatro "juega" a creerse aquello que alguien finje para él, estar en el Globe, aunque sea una reconstrucción, tiene ese dulce sabor de la impostura compartida.











Escenario, atrezzo, vestuario, grabados y simulaciones de cómo debió ser, hace ya tanto tiempo, vivir en este Bankside. Incluso tomase una pinta en la taberna The Swan, sobre el río, e imaginar que el bullicio contemporáneo guarda tal vez algún eco de aquel otro bullicio posteatral y canalla, puede llegar a ser un pequeño e inconfesable placer literario.