martes, 28 de junio de 2011

LA PROCESIÓN VA POR DENTRO


La procesiones de ahora ya no son como las de antes.
Para los que, como yo, se vieron sorprendidos en una tarde calurosa de junio por semejante espectáculo, sería un aliciente esperable -al igual que las aceitunas con la caña- que lo que mostrasen fuese exactamente eso, un espectáculo: penitentes ensangrentados, miembros lacerados, oscuras ojeras de ayuno, ojos en blanco de puro éxtasis místico, siniestras figuras berroqueñas...vamos, algo en el más puro estilo tarantino que animase la tarde.
Pero las demostraciones de la fe han acabado por contagiarse de este mundo light en el que vivimos. Religiosidad bambi es la que tenemos.
Porque, a ver, ¿qué es eso de ir descalzas (ellas) detrás del santo en una soleada tarde de verano? ¿No se trata de sufrir? Pues con el taconazo de diez centímetros todo el recorrido y a poder ser de plástico, que suden bien los pies y se hagan ampollas de placer catecuménico.
¿Por qué recubren de papel albal la velita? Además de constituir una increíble falta de estilo, lo suyo es que chorree la cera hirviendo por el brazo del procesionante, digo yo, y que nos deleite con su piadoso aullido gregoriano.
¿Y qué es eso de ir con camiseta de tirantes (ellos)? ¡Si Torquemada levantara la cabeza! Tapados hasta la nuez, manga larga y a sentir el peso del espíritu santo en forma de 30 grados centígrados resbalando por el bigotillo.
En fin, una tremenda decepción. Y para colmo de males, esta contribuyente vapuleada por la injusticia tuvo que ver, de nuevo, cómo las pantallitas gigantes sufragadas con sus impuestos municipales, llenaban de casullas, cirios, inciensos y políticos reblandecidos, su atribulado caminar por la ciudad. Cómo altavoces, colocados con alevosa inquina, taladraban y herían la paz de la tarde con una voz gangosa y siniestra.

Si en vez de ese Santísimo Sacramento (¡ay! qué repelús) fuese el Cachorro, si en vez de ir hacia la Colegiata cruzasen el Puente de Triana, si en vez de a rosquillas rancias oliese a azahares... sería la misma porquería, lo sé... pero por lo menos habría algo con lo que calmar el ánimo. Como dijo un sabio filósofo del Barrio Chino: En este mundo podrido y sin ética, a las personas sensibles, sólo nos queda la estética.

lunes, 27 de junio de 2011

EL SECRETO DE MIS OJOS (2)

Comenzó a hablar con un tono pausado y enérgico a la vez. Sabedor de la necesidad de ganarse al auditorio, de crear ese clima de pequeña complicidad que se afianza a través del relato burlesco de las desgracias personales.
Confieso que mi llegada a España ha sido un poco "movidita". Ayer salí de mi casa, en las afueras de Roma, con dirección al aeropuerto. Cuando me dispongo a hacer el check-in veo en mi pasaporte la foto de una mujer muy guapa: mi mujer. Había cogido el pasaporte de mi mujer. En ese momento echo mano del carné de identidad: caducado desde hacía cuatro años. El siguiente documento que rebusco en mi cartera, el carné de conducir, carece de validez internacional. Ya desesperado, saco mi tarjeta Sanitaria, el carné de la biblioteca... Imposible. No había nada que hacer.
La señorita que me atendía, una especie de mastín, se mostraba inflexible. Entonces pensé que tal vez se tratase de una posible lectora, podría identificarme, comprender la urgencia de un escritor promocionanado la traducción de su libro. Pensé que la literatura podría salvarme. Pero no fue así: la señorita resultó ser un mastín ignorante.
Aunque a pesar de todo, debo decir que lo conseguí. No me dejé vencer por el ansia en la que sucumben muchos de mis personajes. Con el paso de los años me he convertido en una especie de fatalista. Regresé a casa, cogí el pasaporte correcto y después de perder tres aviones, aquí estoy, dispuesto a responder a todas sus preguntas.

Y allí estuvo, casi una hora, contestando las preguntas de los periodistas, con esa mezcla de ironía y amabilidad tan suya. Cuando terminó la conferencia de prensa, permanecí en un discreto segundo plano, mordiéndome las uñas mientras la responsable de la editorial se acercaba y le susurraba algo al oído. Es ese el momento en el que lo ves todo negro. En el que tienes la certeza de que el No es la única respuesta posible, en el que sientes, incluso con una mezcla de decepción y alivio, que todo ha terminado. El momento en el que Ammaniti se levantó de la mesa y caminó hacia donde yo estaba...
¿Queréis saber que pasó? Pues no habrá más remedio que esperar a que salga el nuevo número de la Caja de Pandora.

martes, 21 de junio de 2011

LOS SONIDOS DEL SILENCIO

5 am.
La calma parece un frágil hilo dispuesto a romperse en catástrofes. Camino por el pasillo desierto, impecable. No es un sueño a pesar de que cuesta situarse en la realidad. El tiempo, ese tirano que nos lleva y nos trae en las obsesiones diarias, ha desaparecido. Y en medio de esa orfandad de minutos, también el mundo exterior, las referencias y ansias pasadas quieren desaparecer. Hay que hacer un esfuerzo, pestañear varias veces, pellizcarse el alma para no dejarse arrastrar por el embrujo de la locura.
Un carraspeo sale de la habitación 23. Más adelante, un rumor apagado de queja. Camas que crujen con el movimiento doloroso de los enfermos. Los ojos insomnes de los acompañantes me taladran desde la oscuridad de un fondo cavernoso. Fuelles de máquinas que alimentan, dan aire, palpitan en un inútil simulacro de vida. El silencio es esto. El eco de los lamentos, el reverbero de "esas" palabras: sonda, cuña, vía intravenosa, drenaje, calmante... en pasillos y habitaciones. Y también el olor. El silencio es este olor a podredumbre, a fluidos estancados, orines, sudor, alientos que se aferran a la vida.
No tengo miedo a la muerte. En mis ensoñaciones me veo como una ancianita centenaria, rodeada de nietos, en una casa de ventanas abiertas y flores desde donde se ve el mar. Me imagino despidiéndome del mundo con una sonrisa sincera y cansada, en paz... como dicen que mueren los que han amado tanto.
Ojalá pudiésemos elegir ¿verdad?

jueves, 16 de junio de 2011

CUATRO

Cuatro años de Lula Fortune.
Gracias a los que habéis permanecido ahí desde el principio, a los recién llegados, a los que habéis abandonado. Estáis todos dentro de este corazón salvaje.

viernes, 10 de junio de 2011

EL SECRETO DE MIS OJOS

Es tímido. Entró en la sala de prensa con cierto aire de náufrago que no sabe dónde posar la mirada. Enseguida se le acercaron editores y periodistas a los que iba sonriendo y saludando con dulce amabilidad. Cuando sonrie, el semblante levemente taciturno se le ilumina con una chispa infantil, divertida. Me pareció algo más delgado de cómo se retrata en las contraportadas de sus libros. Tenía aspecto cansado como si todo él, no sólo su ropa, estuviese arrugado y trasteado en imposibles avatares viajeros. Y aún así, fue atendiendo dócilmente indicaciones de unos y de otros con una mezcla de fatalismo y humildad.

No sabía yo en ese momento si tendría la oportunidad de entrevistarlo. Si en su completísima agenda, como me explicó la responsable de Anagrama, habría unos minutos para una desconocida revista on line. Confieso que tuve mi instante de pánico. Esa décima de segundo en la que te haces la pregunta que nunca debes hacerte: ¿Qué carajo hago yo aquí?. Para acto seguido responderte: Querida Lula, has viajado más de mil kilómetros para esto, así que siéntate ahí, abre bien los ojos y las orejas y deja de pensar estupideces. Me obedecí inmediatamente.

Niccolò escuchaba cabizbajo, inclinado hacia su traductor, cómo Jorge Herralde se deshacía en alabanzas hacia su obra, cómo anunciaba reediciónes y traducciones. Casi podría decirse que se aburría, que su gesto reconcentrado podría ser una mueca de fastidio y sin embargo, nada de lo que parecía era verdad. Sorprende la tranquilidad y el gusto que encuentra en las palabras, el medido placer con que desgrana detalles hilarantes, la naturalidad con que sus respuestas van afianzando la admiración entre quien lo escucha. Con dos pinceladas llenas de malévola y divertida ironía Ammaniti espantó cualquier posible decepción hacia la realidad de su persona.

Era él, sin duda. El que había hecho brotar, a través de tantas páginas, la ternura en la brutalidad más descarnada, el patetismo de los momentos más sublimes, la risa de la más absoluta tragedia: Ti prendo e ti porto via, Come dio comanda, Che la festa cominci, Io e te...
Todo eso y mucho, muchísimo más, estaba ahora delante de mí, a mi lado... sólo tenía que sentarme y escuchar. Sólo había bastado con creer en los sueños.

Continuará...

jueves, 2 de junio de 2011

MUERTA ES LA MORADA...

Me inclino ante las bibliotecas cardinales. A menundo recurro a ellas. Pero me inclino con un poco de espanto. Las utilizo cuando no puedo hacer otra cosa en absoluto. Lo confieso, no soy hombre de esos inmensos conservatorios de lo impreso. Amo demasiado a los libros para soportar visitarlos tan solo y poder abandonar los volúmenes, a la hora de cerrar, a los guardianes de sus gloriosas Bastillas. Me gusta que los libros compartan mi vida, me acompañen, callejeen, trabajen y duerman en mi compañía, se rocen con las venturas del día y los caprichos del tiempo, acepten citas conmigo a horas "imposibles", ronroneen con al gata al pie de mi cama, o se arrastren con ella en la hierba, doblen un poco la punta de sus páginas en la hamaca de verano, se pierdan y se encuentren de nuevo (...).
Sin duda el dinero no hace la felicidad pero ayuda a comprar libros.

El amante de las librerías. Claude Roy