domingo, 29 de junio de 2008

EL COSTADO DE DIOS


No sé cómo hablar de la noche de ayer cuando todavía estoy bajo los efectos de la subida al cielo dylaniano. No sé qué decir de lo que vi y oí (sobre todo teniendo a Carrascus respirando en mi nuca) No puedo ni quiero ser objetiva con una noche en la que disfruté como nunca lo había hecho en un concierto. No me importa si había 7000 personas o más, si las canciones eran o no reconocibles, si tocaba de lado o si no se dirigió al público (¿pero alguien necesita que Dylan diga algo?)
Sólo puedo deciros que allí arriba, en un escueto y negro escenario, estaban los mejores músicos que podíamos esperar sobre la tierra. Y una frágil figurilla, con pantalón negro de raya blanca, chaqueta negra, camisa verde de lentejuelas y un sombrero blanco de ala ancha, haciendo lo que mejor sabe hacer: ofrecernos una voz desgarrada engarzando palabras y sonidos hasta hacernos enloquecer.
Las canciones de Modern Times fueron la carne que nos alimentó, junto a un Lay, lady, lay o un fantástico e irreconocible Like a rolling stone que arrancó aullidos de placer. Hubo rock and roll, blues, tocó la armónica, inclinó varias veces la cabeza hacia el público en señal de agradecimiento y cuando el delirio se adueñó de nuestros cuerpos sudorosos y jadeantes al borde del orgasmo colectivo... el viejo zorro sonreía.
Seguramente los musicologos dylanitas o antidylanitas estarán pergeñando en estos momentos las sesudas crónicas del evento. Sólo puedo ofreceros la primicia de la foto (no se autorizó la entrada de prensa ni cámaras de foto) gracias a un móvil providencial y esta maravillosa canción con la que Dios se dio media vuelta y desapareció (visualmente) de nuestras vidas.

jueves, 26 de junio de 2008

domingo, 22 de junio de 2008

COMUNICACIÓN




El día 16 de junio hizo un año que apreté por primera vez el botón de "publicar entrada".
Al hacerlo no sabía muy bien dónde quería llegar ni qué me aguardaba al traspasar el umbral del apartamento vacío.

Hubo un momento en el que llegar a este punto constituyó un fin en si mismo, con ese afán que tenemos, a veces los humanos, por los números redondos, las cantidades exactas. Un año estaba bien como meta, ¿por qué seguir?... ¿por qué dejarlo?

Al escribir esto, recuerdo un artículo leído hace tiempo que hablaba sobre los conflictos o malinterpretaciones que surgen e la sociedad actual debido al creciente uso del correo electrónico. Uno de los motivos por lo que sucede esto, se debe a la tendencia a interpretar los mensajes positivos como neutrales y los neutrales como negativos. Cuando uno escribe, escucha los matices emocionales en su interior, aunque el receptor no perciba ninguno de esos matices.
Al hablar, nuestro radar social interpreta y procesa las inflexiones de la voz, los gestos, siendo capaz de reconducir la conversación. En cambio con el correo es imposible.
El predominio del correo en la sociedad actual, concluía el artículo, aumenta la comunicación lógica y racional pero disminuye la emocional.

Pienso si todo esto (nada nuevo por otro lado) es extrapolable al mundo del blog.
La distancia (temporal y espacial) puede llevar algunas veces, es cierto, a malinterpretaciones o a la desilusión de una respuesta que no se corresponde con el tono, jocoso o serio, con el que iniciábamos el mensaje. Por no hablar del silencio que inevitablemente tiene distinto significado (ansiedad, duda) para el que espera respuesta que para el que decide no emitirla (conformidad, prisa). Debemos matizar las palabras, explicar prolijamente cosas que despacharíamos con un gesto, con un guiño.

¿Será esa falta de comunicación emocional la que nos lleva a hacer un blog? ¿Qué nos impulsa cada día hasta el ordenador? ¿nuestro exhibicionismo? ¿nuestra curiosidad? ¿nuestro aburrimiento? ¿nuestra generosidad?
Buscamos nombres falsos que desdibujen la parte más visible de nosotros mismos, para después mostrar nuestros labios, nuestros ojos , nuestras manos...
Desnudamos día a día nuestro mundo interior pero parece que nos sabe a poco: queremos piel, huesos, pelo, necesitamos nuestra insoportable imperfección de seres humanos.

A veces siento como si crease un mundo paralelo de amistades y afectos, dispuestos a evaporarse en cualquier momento. Como si compartiera un espacio vacío, sin historia, sin compromiso y sin nombres. Como una vida duplicada en la que hoy, desde la misma y real incetidumbre de la "otra" vida, solo puedo decir

Gracias


Siempre que entré en ese apartamento vacío, estábais vosotros, dispuestos a bailar el último tango. (clic)

viernes, 20 de junio de 2008

SESSO NELLA CITTÀ



Son insoportables, snobs, ridículas, frivolas y hasta insulsas. Pero son mis pijas favoritas.

No me perdía ni un capítulo de la serie, regodeándome en la absurda excentricidad de Carrie, el paródico desparpajo sexual de Samantha, la adorable cursilería de Charlotte o la reconocible irascibilidad newyorkina de Miranda.

Era divertido cotejar el catálogo de comportamientos masculinos, curiosear en los falsos locales de moda, en los escuetos brunchs, en las exposiciones más cool... era tan exagerado que daba gusto dejarse acariciar desde el fondo del chandal y las zapatillas. Añorar Manolos que nunca tendremos o los imposibles y perfectos trajes de noche de Óscar de la Renta.
Apuré hasta la última gota del último capítulo para ver a Carrie alejándose por la acera de la 5ª Avenida, balanceando su bolsa Blahnick en una perfecta y soleada mañana de New York.




Ni qué decir tiene la oportunidad que tuve en la gran manzana de peregrinar a los sacrosantos lugares de la frivolidad: la tienda de Patricia Field en el Soho, no photo, please! incluído (ya véis que con poco éxito, ese bracito tan escaso de glamour es el mío).






Y la exclusivísima tienda Manolo Blahnik, al lado del MOMA (mucho más amables, por cierto).




Sé que ahora hay guías de los locales que salen en la serie e incluso un recorrido turístico que incluye los apartamentos de las chicas (mejor dicho, las fachadas), la galería donde trabaja Charlotte, la fuente de Central Park donde se cayeron Carrie y Big e incluso una comida con sus pastelitos favoritos...

Por mucho menos dinero y a partir de hoy, podremos asistir al colorín colorado, al dulce epílogo, supongo, de tan arduas existencias, salir del cine con cara de bobas y esperar que la estupidez humana no nos alcance demasiado.

Aquí os dejo una curiosidad: Sexo en New York con encanto italiano.

miércoles, 18 de junio de 2008

BAILANDO EN LAS NUBES


Con Fred (clic). Con Gene (clic). Con Ricardo (clic)... pero siempre Cyd (clic).
Gracias por emocionarme.
Descanse en paz Cyd Charisse.

martes, 17 de junio de 2008

QUIÉN ES QUIÉN: LA SOLUCIÓN


Ya que hay por aquí muchos listillos y muchos "espabilaos" que se suman al caballo ganador, estas son las identidades ocultas de los ilustres blogueros que prestaron sus cuerpos infantiles para este juego:


1
TRENTI
Recién salido de Happy Feet y preguntándose: ¿dónde están las chicas?

2
RATA BASTARDA

Con cara de no haber roto un plato y "rateándole" los vinilos a su hermana mayor.



3

MANUEL POZO

Demostrando claramente su afición a la fotografía... pero veo que los listillos no han dado con él. Es el único que no ha adivinado nadie.






4
CARRASQUILLO

En la feria y con la mirada fija en el palco de la orquesta porque acaba de reconocer que el teclista del grupo es el mismo que hizo los arreglos de "Cinco lobitos" en su versión más funky.






5
SIR JOHN MORE

O "Nunca debiste cruzar el Guadalquivir, forastero". Tan sólo adivinado por la perspicacia de Carmen.





6
EVA HUMO


Luciendo un pantalón enterizo de cómoda cremallera central y una chaqueta blanca con flecos de inspiración hippy.





7
FUTURO BLOGUERO


Intentando averiguar si está en las listas de aprobados... para la nueva guarde.



8
EL SECRETARIO

Sin comentarios.





9
CARMEN

¿Alguna duda de que esta hermosura iba para diva?





10
ATIKUS

El más acertado. Trató de engañarnos con cara de niño bueno, pero el esparadrapo punkarra lo delató:colgó los hábitos del coro de la iglesia y se fue a cantar por los garitos más infames.





11
MK

Mandilón de vichi y sonrisa angelical que no consiguieron doblegar ese toque Mogambo, rebelde y salvaje.




12
MAD HATTER (proyecto)

Era de los más evidentes. A la vista está que este niño iba a tener "lo que hay que tener".





13
ARUME DOS PIÑEIROS

Cuando todos le auguraban un gran futuro como notario o arzobispo, él se hizo bloguero.





14


Y sí, esa soy yo en la ladera del Tibidabo, a mis pies la ciudad. Con las gafas de mi padre y en mi foto más macarra (o patética, según se mire) . Lo que sí está claro es que pedía a gritos una vida llena de peligros y emociones.


Si bien unos habéis acertado más que otros (con ciertas trampillas involuntarias debido a mi torpeza inicial con las fotos) todos los que habéis participado merecéis el premio. Es éste:

PREMIO AL BLOGUERO MÁS PERSPICAZ


sábado, 14 de junio de 2008

¡POR FIN!

Cabo Home

Praia de Patos coas Cíes ao fondo



Solpor na praia da Lanzada


Illas Cíes




Como un pulmón de implacable vibrar,
como o motor do mundo, mar,
besta sen lindes, xordo bater
de tempo nas rochas do peirao, mar
días de sal, illas da memoria
e aquelas de pedra e casa do vento,
mar, fogar
inicial, gaivota aberta,
ceo esgazado por uñas de piche
e metal, mañá tendida
extenso branco do farallón,
torre e vixía, mar,
pulso imparable, eco da estrela
que derramou luz para nós
hai un millón de anos, mar,
latido que nin empeza nin deixa
de ser oído no corazón,
presenza antiga, mar,
fío que terma do horizonte,
liña que nos conduce
e nunca rompe.
(...)





Bo fin de semana. (clic)




martes, 10 de junio de 2008

TAL COMO ÉRAMOS



Después del éxito del despiece al que nos sometimos en el blog Historias de la mala vida se me ha ocurrido proponer un nuevo desafío: rebuscar en el baúl más añoso en busca de la imagen perdida.
La más entrañable, la más vergonzosa, la más patética, la más tierna, la mas dulce... la única condición es que sea de cuando éramos proyectos de blogueros o de cualquier otra cosa.
Ánimo, necesito vuestra colaboración (podéis mandarlas al correo que está en mi perfil).


Para muestra os dejo a la encantadora Luliña en esa pose de dubitativa inteligencia, mostrando su afición por los complementos ya desde bien temprana edad y con el toque picarón de la braguita de ganchillo asomando por el WLD (white little dress).

viernes, 6 de junio de 2008

SI CARY GRANT LEVANTARA LA CABEZA...



Llega el buen tiempo y con él las ansias humanas por despojarse de las pesadas ataduras del invierno. Nada que objetar: empiezan a florecer brazos apolíneos y piernas torneadas que van tomando el cálido tostado proporcionado por la prolongada intemperie.

Y con ellos florecen también las sandalias, los pantalones cortos, los vestidos escotados y los bolsos de rafia. Todo encantadoramente festivo y desenfadado.

Pero un nubarrón negro se acerca a ensombrecer mi sueño de musical holliwoodiense. Algo que se instala con atrevida impudicia en calles y plazas, en cafeterias, autobuses, supermercados, librerías... el look más abominable, el atentado estético perpetrado con mayor impunidad en los últimos años: el pantalón pirata masculino.






No es un secreto que las rayas horizontales engordan (lo sabe hasta Obelix) y los pantalones pirata acortan la figura, de ahí que muchas féminas opten por el tacón vertiginoso.
¿Pero qué me dicen de ellos? De la silueta achaparrada emerge una canilla peluda rematada en unos deportivos modelo portaaviones.
La ley de Murphy nos demuestra que siempre puede ir a peor y, en efecto, podemos añadirle una camiseta sin mangas y una riñonera (o "cojonera", depende de la colocación) y ya tenemos el look estelar y fresquito de los hombres sin entrañas (estéticas).

¿Alguien imagina a Bogart de esa guisa, aún en las horas más tórridas de Casablanca?

¿Podría Cary Grant, aunque fuera en la Riviera, conquistar el corazón de la Kelly a golpe de canilla peluda?

¿Escogería Finch-Hatton ese horrible atuendo para ir a visitar a su amiga la baronesa Blixden?



Caballeros, vistan como les dé la gana, pero, por favor, hagan suyo el lema de: "Dignidad, siempre dignidad".

Tampoco es tan difícil: si a una sencilla camisa y a un vaquero no hay mujer que se resista.











(Añadido Clive Owen, a petición de una ilustre comentarista de este blog)

miércoles, 4 de junio de 2008

SONO PROMOSSA!


O lo que es lo mismo: he aprobado mi último año en la Escuela Oficial de Idiomas.

Penso che un sogno così non ritorne mai più...
Supongo que eso es lo que quería, pero antes de que empieze la melancolía a hacer de las suyas en forma de ¿y ahora qué?

Mi dipingevo le mani e la faccia di blu...
lo que en este momento de verdad me apetece es cerrar los ojos, abrir los brazos

mentre il mondo pian piano spariva lontano laggiù...
y dejarme llevar hasta el cielo infinito (Clic)

domingo, 1 de junio de 2008

LUVARIA ULISSES



Dicen que "traductor" y "traidor" tienen el mismo origen etimológico y sin duda debe ser cierto. Me ha resultado extraño, trabajoso y difícil, muy difícil mantener el sentido, ritmo y fluir de las palabras. No quiero darle más vueltas, aquí está el fruto de mi traición:

(Relato incluído en el volumen Bisogni. Racconti fuori confine)
La primera vez, lo reconozco, sentí un poco de verguenza. Yo era muy joven e inexperta, pero el deseo, perseguido desde hacía tiempo, pudo más que la natural timidez. Así que después de inspirar profundamente, entré.


Las reducidas proporciones del local me intimidaron un poco y aquel hombre -ni muy joven ni muy viejo, ni muy feo ni muy guapo, ni mal ni bien vestido- me había paralizado. No sabía qué decir, ni qué hacer.
En ese momento, con eficiente frialdad, el hombrecillo me cogió la mano. La giró entre las suyas como un objeto muerto, observando con ojos brillantes alguna cosa que parecía vetada a mi inteligencia. Quizás fuese mi indecisión, quizás su desenvoltura, pero las cosas sucedieron con tan absoluta normalidad que no puedo decir, honestamente, que fuese desagradable: al contrario, fue ligero y rápido, sutilmente placentero.


Después, aquel hombre extraño desapareció como una exhalación tras una puerta-espejo. Fue entonces, en los breves minutos en los que me quedé sola, cuando reparé en el lugar: centenares de cajas marrones con etiquetas blancas se amontonaban hasta un techo de lejanas y hermosas molduras. Detrás de mí, una pared de espejos dividía la pequeña estancia en la que me encontraba de una incierta y oscura escalera.

En cuanto regresó, vi que traía unos extraños instrumentos junto con una gran caja. Lo colocó todo delante de mí lanzando una mirada de profesional suficiencia . Será mejor relajarse, pensé.
Entonces, comenzó a enseñármelo todo: los había marrones, azules, verdes, rojos, algunos negros. Con pespuntes, lazos, aberturas, cremalleras. Todo de suave y finísima piel.
Elegí sin mucha precisión para acabar cuanto antes algo que, decididamente, me incomodaba pero aquello no había hecho más que empezar.
Un rito inquietante y desconocido, cumplido con extremo cuidado, se materializó ante mis ojos perplejos. En primer lugar, llenó los que yo había elegido con unos olorosos polvos de talco que salían, como en un sueño, de una sutil perita. Con la precisión de un cirujano sacó después una especie de puntero de madera que blandió ante mí. Tragué saliva.
En ese momento comenzó a meter el puntero por cada abertura. Una vez dentro, lo abría y cerraba con aprendida rotundidad, metódicamente, con ritmo y precisión. La piel resistía débil, con un inaudible rechinar. Llegaba el final.
Aquel hombre singular dispuso poco después un pequeño cojín sobre la mesa y me hizo un gesto con la cabeza. No lo entendí. De nuevo actuó con diligencia al cogerme el brazo, apoyó mi codo sobre el cojín y procedió: con delicadeza, sin mover un músculo de su inexpresiva cara, fue metiendo dedo a dedo, haciendo resbalar la piel hasta el fondo. Una piel que se hacía mía, que se fundía y entregaba solo para mí.
, dije , sin saber a qué pregunta respondía. La cabeza me daba vueltas de satisfacción y placer.



Puedo afirmar, que ya entonces, sentí que había sido tocada por la varita mágica de un inusual y decadente rito en vías de extinción. Con el corazón latiendo sin freno salí a la calle, invadida por el deseo, poseída por el nerviosismo de saberme rendida a una insaciable adicción.
Esperé durante meses mi viaje anual a la ciudad para consumar mi vicio secreto, para traspasar la diminuta puerta de mi perdición. Ninguna novedad me dejó indiferente, ninguna forma o color me fueron ajenos, ningún precio fue considerado excesivo.
Y ahora los contemplo, atesorados como joyas, testigos de mi debilidad, salvados por la avidez de mi deseo, seres únicos de un mundo condenado.



La Luvaría Ulisses existe, pequeñísima, en la rua do Carmo, en una Lisboa que te obliga a la lentitud cuando subes al Chiado. Dos pequeñas vitrinas, con guantes de exquisita piel dispuestos en perfecto orden, dan la bienvenida al insólito comprador.