En Compostela estamos
moitos xa para sempre derrotados.
Los domingos tienen algo de claudicación, de pastoso aburrimiento que se encharca en tardes infinitas y frías. De niña, las tardes del domingo sonaban a locutor de radio, olían a penumbra mortecina y estufa de butano. Años después, en aquella Compostela cutre de mis años de estudiante, la tardes dominicales se convertían en una espera sin rumbo, un vagabundeo inclemente por soportales y callejas mojadas.
Soltaban a los locos de Conxo, paseaban las parejas formales venidas de las aldeas, los soldados de permiso voceaban delante de los monumentos llenando el silencio con su acento del sur, extraño, lejano. Alguna mujer enlutada corría hacia el rosario de la tarde y el café Derby se llenaba de viejas pintadas como monas y dentadura postiza.
Recuerdo hoy aquellas estampas de provincia, dignas del mejor relato fantástico, mientras recorro nuevamente la rúa del Villar atiborrada de tiendas de souvenirs y orfebrería de diseño. Dejo atrás el Paraíso Perdido (¿alguien puede imaginar un nombre más literario para un bar?) y esquivo los goterones helados que se precipitan desde algún tejado ruinoso. Me sigue sorprendiendo, después de tanto tiempo, el sonido violento de las campanadas, la silueta impertérrita de la catedral flotando en un mar de piedra y ese tétrico abrazo de humedad que se apodera del cuerpo en cada esquina.
Compostela guardará siempre para mí el misterio y la belleza de la derrota.
5 comentarios:
Ni siquiera los tigres salvan de la tristeza.
para mi Compostela es un lejano lugar de nacimiento donde reposan los recuerdos más ancestrales y seguramente soñados, por ejemplo cuando mis hermanos olvidaron de mi y me precipité cuesta de Guadalupe abajo tipo escena Eisenstein, o cuando tambien se olvidaron de mi en aquella tarde familiar en el río y me recogió un ermitaño que vivía entre lo que parecían los restos de una casa de la época de la guerra de los cien años...beso Lu! (en la voz de un día de estos salió algo sobre unos inéditos encontrados en un archivo de Santiago, si, a veces los archivos son los mejores sitios para que desaparezcan códices milenarios y aparezcan inéditos de la P.B., stupendo!
En ese Paraíso Perdido encontró, sin embargo, alguien la sintaxis.
ABB: caray...qué infancia más azarosa y aventurera. Sí, los archivos... ya les voy cogiendo el gustillo, tengo un hada madrina que guía mis pasos. Un besazo.
ANÓNIMO: otro beso.
conferencia na FFT sobre a P.B.
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