lunes, 21 de mayo de 2012

JODIDA Y RADIANTE


Nápoles desde Capri
Capri desde Nápoles
Posillipo desde la Certosa
Claustro de la Certosa de San Martino

Castell dell'Ovo


¿Por dónde empezar?
Nápoles no tiene principio ni fin. Decir que desde la Certosa de San Martino, en lo alto de una colina, se tienen las mejores vistas de la ciudad, es decir bien poco. ¿Y qué se puede ver desde Capri, qué desde la fortaleza de Castell Dell'Ovo? ¿Qué se puede ver mirando hacia el suelo, hacia dentro de los palazzi abiertos de par en par? ¿Qué espectáculo ofrecen las muchedumbres de viandantes paseando por via Toledo? ¿Y que se podría ver desde los lugares a donde no fui? ¿Qué se puede sentir al encaramarse a la cumbre destripada del Vesubio o al sumergirse en las aguas de Posillipo para contemplar las ruinas de antiguas villas romanas?



Santa Lucia
Napoli soterranea: mercado romano

Tampoco el tiempo obedece a ningún límite conocido.
¿Qué hay debajo de Nápoles? ¿Cómo explicar ese viaje en el tiempo que sucede cuando entras en el siglo XVII en la Chiesa de San Lorenzo y acabas paseando por un mercado romano? ¿Cómo explicar la sensación de tiempo detenido en las terrazas de piazza Bellini mientras Sofía Loren cruza la calle quitándose el sombrero?
Cómo definir esa mezcla de Lisboa, Cádiz, Roma y Estambul... aunque tampoco es eso.

Palazzo de Capodimonte
Piazza del Gesù
Fontana de Monteoliveto
Piazza del Plebiscito
Teatro San Carlo

Nápoles es grandiosa e inabarcable, una ciudad de gigantes habitada por hormigas. Desde el suelo, negro de piedra volcánica, negro de suciedad y basura, negro de abigarrada algarabía humana, hasta el cielo limpísimo, hasta el mar infinito que se detiene en el paraíso de Ischia o Capri, hay un esplendoroso recorrido de mármol y magnificencia. Palacios, iglesias, catacumbas, ruinas, teatros, belvederes, gallerie, cafés, fuentes, basílicas, monumentos... se erigen dueños absolutos del espacio o se camuflan bajo la mugre decadente de los años.

 Puede que no haya un lugar en el mundo que refleje de una forma más certera las contradicciones del tiempo y de la vida. 
Nápoles: jodida y radiante.


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