El parque Tegnergatan desde la habitación del hotel. Un cielo pálido quería anunciarnos la incipiente primavera.
En el primer atardecer, la ciudad se recortaba en el cielo como una desconocida. El viento helado te cortaba la respiración.
Hasta ahora no me había fijado en el enorme sol que se quedó posando detrás del Ayuntamiento. Un misterioso resplandor.
Mañanas azules en Galam Stan.
Imponente sede de la Academia Sueca.
Aunque dice la leyenda que es en esta pequeña taberna del barrio antiguo donde los académicos deciden a quién otorgarán el Nobel cada año. Eso explicaría muchas cosas. Y sí, claro que intenté comer en ella, pero no tenía reserva ni suficiente saldo en mi tarjeta de crédito.
Ni tampoco pude comprar ningún libro. Lástima no saber siquiera un poquitín de sueco.
No, no se parecía ni de lejos a Greta Garbo.
Palacio Real
Por suerte sí había muchos otros lugares en los que pude sentarme a comer con la única responsabilidad de elegir la cerveza.
Subir
Comprobar lo difíciles que son algunas ciudades.
Dificilísimas.
Caminar sin entender.
Contemplar a Strindberg petrificado a la salida del Södra Teatern y suponer, imaginar, dónde terminaba el horizonte en el que descansaba su mirada.
A la hora convenida el teléfono sonó y concertamos la cita.
Michael Blomqvist ultimaba su artículo en la sede de Millenium.
Así que lo esperé en el Mellqvist Kaffe bajo un solecito tibio.
Me había asegurado que Lisbeth vendría, pero yo sabía que no sería así. Ella estaba en casa, pero nunca cogía el teléfono.
Con los barcos inmovilizados por el hielo, debería ser yo misma quien hiciera la entrega de la mercancía.
Y en efecto así fue: en el pub Queen Head, le entregué a Victoria un paquete de azafrán que le traje desde España para condimentar sus paellas. Esa noche, entre risas y despedidas, apenas nos fijamos en aquellos pequeños copos blancos...
CONTINUARÁ
5 comentarios:
Muy buenas fotos. Casi tan buenas como ese viaje tan fantástico. Que lo pases bien (qué recomendación más inútil).
Saludos.
Que maravilla.Mitómana soy y vuelvo a repasar las fotos de esas impecables calles recordando retazos de Mankell y Millenium.
¿No te encontraste al inspector Wallander?
Dale recuerdos a Lisbeth, pero con prudencia, que no quiero problemas.
Me encanta esa ciudad. Yo estuve allí en enero, no veas el frío que hacía :)
Bicos!
LICANTRO: se agradecen las recomendaciones... por si alguna vez nos olvidamos de qué es lo que tenemos que hacer. Un beso.
MK: mitomanía siempre, ¿no es la otra opción demasiado aburrida? Silvana te agradece la bufanda, no se la quitó ni un momento. Prometo fotos. Besos a miles.
KOOLAU: Pues no, Wallander vive un poco más abajo, en Malmö, yo estuve en el territorio de Lisbeth Salander.
Besos.
LAGARTO: Brrrr!!!! enero!!!!! Ahora los suecos dicen que están en la primavera del invierno, así que me imagino que no bajar de -9 puede considerarse temperatura suave y agradble. La verdad es que no pasé ni una gota de frío. ¿Me estaré volviendo esquimal?
Besitos.
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