Caminar por el borde de un verano, al lado del mar, mantener el equilibrio sin regresar a una infancia demasiado lejana o caer en una madurez llena de incógnitas que ningún adulto quiere desvelar:
Lo primero que me dijo fue que buscar respuestas de los demás era como calzarse zapatos de otros, que las respuestas uno se las debe dar a sí mismo, a medida. Las de los demás son zapatos incómodos.
Llegar hasta el misterio de una intimidad desconocida:
El mordisco de la morena había dejado un dibujo de agujeros, una escritura clara sobre la piel oscurecida. Ella colocaba su mano justo allí y aquel era el gesto más íntimo que me había sido concedido por una mujer. Tocaba la superficie del dolor, una presión limpia capaz tanto de despertarlo como de adormecerlo. Estoy aquí, decía su mano sobre la herida, durante toda la música te acompaño lejos y sostengo el dolor en la mano.
Comprender a través del otro el verdadero sentido de tu existencia:
Caia se apoyaba en mi brazo y yo estaba tan cerca que tenía sus cabellos a un palmo de los ojos. Ella miraba a ratos la película, a ratos hacia arriba, hacia la noche que hacía de techo al cine. Se evadía de la historia echando la cabeza un poco hacia atrás, acencándola a la mía. Entonces yo apoyaba la frente y mientras ella abría los ojos a la oscuridad de la noche, yo los cerraba sobre su nuca. Escuchaba el latido de mi vena en la muñeca que le sostenía la cabeza. Sentía el vacío alrededor, éramos un racimo de uvas maduro que estaba a punto de ser arrancado. Pero el racimo tiembla con la llegada de los vendimiadores, la espiga vibra de dolor con el rumor de la hoz que se acerca, nosotros no, estábamos quietos y tensos esperando la mano que nos habría arrancado de aquel verano para hacer de nosotros el fruto de una cosecha.
Reconocer el mundo y el tiempo que te ha sido usurpado por la muerte y el silencio:
He crecido con tu dolor, y antes de encontrarte he pasado un año preguntándole a los libros en qué siglo estaba y sobre qué tierra pisaba. Encontrarte ha sido como el sol que levanta la piel y la áspera roca que endurece la planta de los pies. Has hecho crecer una corteza sobre la mía, me has dado la entrada en el mundo llamándome tuyo.
Intentarlo:
Batieron las ventanas, detrás de mí, voces, gritos, yo ya en medio de la calle corría a favor del viento, rápido, ligero, con la oscuridad que me cubría la espalda y un perro a un lado de la calle que me esperaba para correr a mi lado y detrás de mí explotaba un fuego que no podía corregir el pasado.
Tu, mio. Erri de Luca (Traducción: Lula Fortune)
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