martes, 12 de marzo de 2013

INVIERNO


Todos los días conduzco a través de un indescriptible paisaje industrial. Siempre me acompaña un tren que se aleja silencioso, envuelto en nostalgia de viaje. Siempre el mismo hombre de las muletas, de la pierna amputada, del chándal barato que fuma en la puerta de un mísero bar. Compruebo que siguen las dos ecuatorianas en la parada del autobús, que llevan sus bolsas de plástico en las que guardan la bata y las zapatillas con las que trabajan en las casas de los ricos, más allá, mucho más allá de las grúas y las casas baratas. Atravieso barrios humildes de ventanas pequeñas y ropa tendida ¿por qué los ricos no tienden la ropa?. 
Llego a mi trabajo, en un edificio público y despintado que se erige como un barco varado en la cima de una montaña. Un barco expuesto a la ventisca y el aguacero que nunca va a ningún sitio. Levanto la persiana y compruebo el estado de las islas como si leyera en un parte médico o en los posos del café o en una carta antigua y desvaída. Algunas veces las islas se recortan sobre el horizonte recibiendo misteriosos rayos de sol o se evaporan entre la niebla como si no hubiesen existido nunca. Me pego al cristal hasta distinguir al menos la parpadeante luz del faro e imagino un día lejano, perfumado, día de  arena y sol. Y me lanzo al trabajo como a un pozo sin fondo, sin pensar y sin sentir, cuando se piensa y se siente a cada instante. 
Una vez más observo el espectáculo de la vida. Porque tal vez sea esto, un sucederse de las estaciones y el único secreto posible es que detrás del silencio y la lluvia habitan hermosos, cálidos, emocionantes, sorprendentes e inesperados paisajes. 

8 comentarios:

Marcos Callau dijo...

Qué maravilla de terxto. He viajado contigo por esa mañana, he visto esos paisajes. No sé por qué no tienden la ropa los ricos. Parece que no tengan trapos sucios que lavar... pero sí que los tienen. Me ha gustado mucho leerte. Saludos.

Fuquiño dijo...

son los días que pasan, implacables "como rodas de bronce" que decía el camarada Ferrín, ahora tan de moda

Fuquiño

Mad Hatter dijo...

Muchas gracias por enseñarnos tus paisajes cotidianos, tanto los externos como los internos. Ahora valoro más mis paisajes cotidianos más rurales y naturales pero, curiosamente, con efectos parecidos a los que describes.
Un abrazo.
Julio.

Francesc Cornadó dijo...

Un texto magnífico, es como si fueras pasando una cámara y filmándolo todo con precisión, me iba desplazando yo mismo por este paisaje industrial.
Los ricos no tienden la ropa porque usan secadora y si el trapo está muy sucio se lo endosan a otro.
Salud
Francesc Cornadó

David dijo...

Bonita entrada. Y además, también me ha gustado porque he recordado ese edificio en la cima de una montaña
;-)

Un saludito.

PD: A veces los paisajes que habitan no son ni tan cálidos ni tan hermosos...pero bueno, de todo hay.
M eugsta especialmente lo de "sin pensar y sin sentir, cuando se piensa y se siente a cada instante."

Eduardo Baamonde dijo...

Barco varado. Crrrraghhh.
Islas. Hummmmm.
Faros. Beeep. Beeep.
Arena. Zishhh.
Sol. Rsh. Rsh.
Pozo. Scrench.
Sin fondo. Cataclonc.
Glup, Glup, Blurrrrp.
Ziuuuuuugh

Lula Fortune dijo...

MARCOS: Sí, imagino que los ricos ventilan sus trapos sucios en oscuros patios interiores. Un beso.

FUQUIÑO: Y qué descansada vida la del que huye del mundanal ruido. Besos.

MAD: Gracias. Supongo que el invierno y el tedio empiezan a pesar en el campo y en la ciudad. Me alegro de leerte por aquí. Un abrazo.

FRANCESC. Es verdad, son tan ricos que pueden comprar secadora. Gracias y un abrazo.

DAVID. Sí, se ve desde la estatua de Julio Verne :)

EDUARDO: Completamente de acuerdo con tu poema dadaista. Besos.

Lula Fortune dijo...
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