La tarde abandonada gime deshecha en lluvia.
Del cielo caen recuerdos y entran por la ventana.
Duros suspiros rotos, quimeras lastimadas.
Lentamente va viniendo tu cuerpo.
Llegan tus manos en su órbita
de aguardiente de caña;
tus pies de lento azúcar quemados por la danza,
y tus muslos, tenazas del espasmo,
y tu boca, sustancia
comestible y tu cintura
de abierto caramelo.
Llegan tus brazos de oro, tus dientes sanguinarios;
de pronto entran tus ojos traicionados;
tu piel tendida, preparada
para la siesta:
tu olor a selva repentina; tu garganta
gritando -no sé, me lo imagino-, gimiendo
-no sé, me lo figuro-, quemándose- no sé, supongo, creo;
tu garganta profunda
retorciendo palabras prohibidas.
Un río de promesas
desciende de tu pelo,
se demora en tus senos,
cuaja al fin en un charco de melaza en tu vientre,
viola tu carne firme de nocturno secreto.
Carbón ardiente y piedra de horno
en esta tarde fría de lluvia y de silencio.
NICOLÁS GUILLÉN
3 comentarios:
Nada mejor para una tarde de lluvia. Ni peli, ni trivial, ni libro, ni leches en vinagre. Bueno, a lo mejor después, que hay tiempo para todo, jajaja.
Besos, Lula.
Non sei por que ese Nicolás Guillén tomou as miñas palabras tan á letra.
Tal vez más alto y más fuerte, pero no mejor. Tres tenedores para Don Nicolás. Por cierto: En Galicia tenemos muchas tardes frías de lluvia y de silencio. Y noches, y mañanas, y mediasnoches y semanas enteras ¿Las estaremos aprovechando debidamente? Incitemos a los chicos y a las chicas para que lean más a Guillén.
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