
martes, 30 de septiembre de 2008
NOSTALGIA

viernes, 26 de septiembre de 2008
BOW (Barcelona Oviedo Woody)

Con este pensamiento me senté en la oscuridad del cine hace unos días y aunque una tiende a mimar a sus vástagos favoritos, creo que esta vez no puedo hacerlo.
No me gustó la voz en off, una especie de narrador omnisciente un tanto postizo.
No me gustó la caidita en el documental turístico metido con calzador y desarrollado con torpeza.

Quizás la decepción provenga de mí misma, de lo que una espera de las cosas que ama y eso ya no es asunto de Woody Allen.
lunes, 22 de septiembre de 2008
PALMIRO

UN PARTO
(Traducción en el primer comentario)
Hoxe tivemos, por fin, a filla que esperabamos. Sorpréndenme os seus ollos negros, tan abertos, asombrados. Case inquisitivos, como en demanda de explicación. Semella que quixese botarse a falar e a camiñar dun momento a outro. Ilusións de amor materno, paterno.
O parto resultou estrañamente doado. Foi un alustro de dor, unha presión fonda e rápida no ventre, que apenas me mancou. O doiro veloz dunha feliz liberación, a do peso excesivo e o volume inaxeitado, impropio, inconcebíbel. Unha vez que eu mesmo din aceitado a excepcional modificación da miña anatomía no proceso dos últimos nove meses, hoxe vivo con gozosa naturalidade o acontecemento inevitábel, a conclusión natural dunha anomalía inexplicábel. A nena abre os ollos negros e semella querer preguntar. Eu, o pai que a concibiu, non teño outra resposta que a que debuxa no ar o sorriso da miña felicidade.
Palmiro Calabrese, 11 setembro 2008
viernes, 19 de septiembre de 2008
CHE COSS'É L'AMOR

miércoles, 17 de septiembre de 2008
BONJOUR TRISTESSE

domingo, 14 de septiembre de 2008
CUMPLEAÑOS

jueves, 11 de septiembre de 2008
FINE



Podría seguir hablando de mis sitios favoritos, de la Riva degli Schiavoni al atardecer, de la animada via Garibaldi, del imponente Arsenal, del Campiello del Remer y sus vistas lujuriosas al anochecer, empañadas de spritz.



Podría hablar del Spritz, ese maravilloso brebaje veneciano en el que me gustaba sucumbir noche tras noche.
Podría hablar de tardes de lluvia y risas, de impermeables frikis, de todos los tiramisús devorados.


Podría hablar del Café Florián, del Quadri, de Carlo Goldoni y La Commedia dell'Arte, del mercado de Rialto, de los viajes en traghetto, de los cuadros de Tintoretto, de Tiziano.

Pero creo que ya ha sido suficiente.
Porque Venecia es una enorme anaconda que te estruja hasta quitarte el aliento. Un monstruo diabólico de mil tentáculos que te arrastra hacia el fondo de calles oscuras y canales misteriosos.
Te atrae con íntimas palabras y promesas envenenadas porque necesita el tributo de un ser hipnotizado por sus silencios de agua estancada.
Y cuando crees que has conseguido el premio de lo desconocido, que eres el único ser sobre la tierra en el claustro de s. Pietro Maggiore... caes herido de muerte para siempre.
Venezia dejará que tu cuerpo escape en el tren de la tarde, pero tú serás un espíritu sin descanso, vagando eternamente por sus canales y mirando a los gatos frente a frente.
lunes, 8 de septiembre de 2008
VIETATO L'ORMEGGIO
Los gondoliere dejan sus camisetas de rayas y sus sombreros de paja en el camerino y se dirigen, con paso cansino, hasta la primera taberna que encuentran abierta.
Los focos de la Piazza de S. Marco se apagan definitivamente y los negocios cerrados que la bordean toman un aire siniestro y fantasmal.
Piazza S. Marco
El encargado del atrezzo cubre las góndolas con lonas azules y el último operario va levantando las butacas y barriendo de entre ellas programas de mano, entradas de museo, scontrinos de pizza al taglio, vasos de plástico...


Sólo los Vu'cumprà? (¿quieres comprar?) esperan entre bambalinas las migajas del pastel.
Se cierra el Gran Decorado hasta la próxima función.

Grupos de africanos con sus mercancías de bolsos falsos esperando que cierren los comercios
para ofrecer su producto a buen precio.
Es entonces cuando se pueden atravesar puertas que no llevan a ninguna parte, perseguir fantasmas de seres imaginarios, fabricando enfermizamente una ciudad que no existe.

Es entonces cuando rondo el palazzo Barbaro, donde Henry James -invitado por los Curtis- escribió, en un delicado escritorio de cerezo, Los papeles de Aspern; donde ambientó Las alas de la paloma... y observo sus ventanas abiertas sin saber muy bien qué hacer.



Busco lugares donde no estuvo nadie sin hallar conforto, ni sosiego.

Comisaría de Guido Brunetti, personaje de las novelas de Donna Leon
Algunas veces, en esa hora indecisa de la tarde que se resiste a precipitarse en noche, en una esquina poco transitada, puedes encontrar un espíritu sigiloso de mirada perdida en el horizonte de otros mares.

Un espíritu que te susurre con dulce acento la calleja oscura por la que aparecer en un campo desierto y descubrir patere con misteriosos leones alados.

Baldaquinos desaparecidos en enormes iglesias, cerradas como tumbas, al borde del mar.

Pozos clausurados desde los terribles años de la peste.

Templos sumergidos, templos armenios invisibles al ojo humano

Chiesa di S. Barnaba

Chiesa degli Armeni
Seres petrificados víctimas de insondables maleficios.

Fachada de la casa en la que nació Tintoretto
Claustros abandonados, animales perdidos en solemnes arquitecturas o simplemente canales umbríos donde sentarse con los pies colgando a oír el ruido del agua chapotear con parsimonia contra las paredes mohosas.

Claustro della Chiesa di S. Pietro
Entrada a la Scuola di S. Rocco


Una de esas osterías recogió mis pasos cansados en una noche de tormenta. La escuálida luz de la puerta apenas tenía que ver con el ambiente eufórico y parlanchín que se respiraba dentro. Pasaban platos de spaguetti nero di seppia, cozze y pescados brillantes. Allí vi por primera vez a madame Ormesini con su copa de vino y allí me senté, por fin, en una mesa al fondo del comedor.

viernes, 5 de septiembre de 2008
CHI ROMPE, PAGA

Lo primero que llama la atención viniendo de Venecia son los coches. Un ferry desde el Tronchetto permite a los veraneantes disfrutar de sus maserati también en vacaciones.

Aunque siempre puedas soñar con ver otras cosas delante de las tripas de la Mostra de cine.

En los únicos cien metros de playa libre que se pueden encontrar se agrupaban jóvenes italianos, familias de hindúes, turistas sedientos de sol y alguien como yo, que no concibe tener que pagar para darse un baño en el mar.
Mientras estaba allí sentada con mi caffé shakerato llegó una pareja de extraños personajes. Parecían mendigos o personas sin techo: él escuálido y barbudo; ella, con falda larga y blusa floreada. Dejaron sus pocas pertenencias en la orilla y se adentraron vestidos en el mar. Primero con cierta timidez, después dando grititos y gemidos de placer. De pronto sacaron un bote de jabón y empezaron a enjabonarse por encima de la ropa. Ella metía la mano por dentro de la blusa, por debajo de la falda y frotaba con fruicción; él se enjabonaba la cara, el pelo, el pecho... se aclaraban y vuelta a empezar.

A la primera sensación de repugnancia, pues él tenía el cuerpo lleno de pústulas, me sobrevino una profunda tristeza. Mientras los bañistas se congregaban en la arena para ver el espectáculo y las madres sacaban a sus hijos del agua a toda prisa, comencé a pensar en la historia que traerían detrás. Cuántas penalidades ha tenido que pasar un ser humano para bañarse sin pudor de esa manera. Qué podía yo juzgar de sus caras, finalmente complacidas por un agua vivificadora y libre.

A menos de 50 metros se erigía el exquisito mamotreto del Hotel des Bains. Las pintorescas y cinematográficas casetas de lona rayada habían sido sustituídas por unas de madera y techo de paja, todo con un cierto aire (vulgarmente) caribeño.
Y entonces, delante de todas aquellas imágenes, recordé el final de una novela:
Y aquel mismo día, un mundo respetuosamente conmovido recibió la noticia de su muerte.
Sin duda las palabras de Thomas Mann no se referían sólo a Aschenbach, el protagonista de su relato.
Me encaminé al barco y decidí poner rumbo a otras islas.

Dejamos a un lado la semiabandonada Torcello (donde dicen que a Heminway le gustaba pescar) y con el sol de frente, nuestro vaporetto proletario se cruzó con multitud de embarcaciones de recreo que lo adelantaban dejando una estela de soberbia y espuma. Hombres bronceados y canosos al timón, mujeres tumbadas en la proa o niños rubísimos apenas nos dedicaban una mirada mientras nosotros imaginábamos sus vidas regaladas en el interior de algún palazzo veneciano.

Murano estaba medio adormilada en ese domingo intempestivo de agosto. Las viejas vetrerie y los fornai cerraban sus puertas a cal y canto y los carteles de Chi rompe, paga (El que rompe, paga) bailaban en los escaparates movidos por una tenue brisa. Había pocos turistas y algunas tiendecitas abiertas saciaban la sed de compras .

Burano, L' Isola delle merletti (isla de los encajes), L'isola dell' arcobaleno (isla del arcoiris) estaba algo más animada. Quizás el colorido de sus casas exaltaba los espíritus o tal vez el esmero de sus calles limpísimas nos ofreciera el eco inconsciente de algún disneyland maravilloso.



Burano, L' Isola delle merletti (isla de los encajes), L'isola dell' arcobaleno (isla del arcoiris) estaba algo más animada. Quizás el colorido de sus casas exaltaba los espíritus o tal vez el esmero de sus calles limpísimas nos ofreciera el eco inconsciente de algún disneyland maravilloso.






