DON JUAN
¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor? (...)
Y estas palabras que están
filtrando insensiblemente
tu corazón ya pendiente
de los labios de don Juan,
y cuyas ideas van
inflamando en su interior
un fuego germinador
no encendido todavía,
¿no es verdad, estrella mía,
que están respirando amor?
Sus palabras suenan a falso, a truco, a lección aprendida en el rodar de lecho en lecho. Esa apelación a la excepcionalidad de los elementos de la naturaleza no puede ser más pobre como estrategia conquistadora. En realidad no es la suya una pregunta dirigida a doña Inés, no espera que ella le responda, espera que ella confirme sus sospechas, que asienta sumisa. Su pregunta no va encaminada al conocimiento del ser amado, es él quien analiza y examina el efecto de sus palabras en ella y se lo da todo hecho. Es prepotente y se sabe invencible en las lides del amor. Doña Inés es una muesca más en la empuñadura de su espada.
DOÑA INÉS:
Callad, por Dios ¡oh, don Juan!
que no podré resistir
tanto tiempo sin morir
tan nunca sentido afán (...)
No, don Juan, en poder mío
resisirse no está ya.
Voy a ti como va
sorbido al mar ese río.
tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan! ¡Don Juan!, yo lo imploro
o arráncame el corazón,
o ámame porque te adoro.
En cambio la que realmente declara su amor es doña Inés. Sin subterfugios, sin estrategias ni presuposiciones. La entrega es absoluta y asume todas las consecuencias de ese amor que ella siente como verdadero. Es doña Inés la que más renuncia al aceptar esa pasión : renuncia a su familia, a su educación y a sus creencias. No habla de ella sino de todo lo que le "fascina" de su amado, de los atributos que ella siente como irresistibles y a los que se lanza sin ningún tipo de añagazas. El ritmo apasionado que se imprime en el verso, con esa enumeración infinita hasta llegar a la sutil referencia erótica del aliento de don Juan "envenenando" sus sentidos, es de lo más turbador veniendo de una novicia y prepara la entrega final: o arráncame el corazón o ámame porque te adoro.
No veo en ella un víctima, sino una mujer decidida, valiente, apasionada y honesta.
Lástima que dedicase toda esa pasión a un chulito de barrio.
8 comentarios:
Hola Lula. Me estreno aquí para exclamarme de lo cachondona que era doña Inés, de Zorrilla -por no decir la zorrilla de doña Inés- :P
Nunca he leído el Tenorio, pero te recomiendo la versión que de él hizo Pepe da Rosa en uno de sus cassettes humorísticos. Genial.
Besos.
Ah, ya no quedan hombres como ése...
Que cosas el día de los difuntos mezclarlo con los amores...¿será que el amor y la muerte estan ligados??
senor que cosas digo!!!
por cierto Errol si que era un don Juan eh!...y además ese murió siendo un vicioso en toda regla, nada de limitaciones, ...vaya, estoy hablando de la muerte a saco, estos difuntos se acercan a toda pastilla ...buhhhhhh!!!
besitos en el cuello ;)
cuidadin..cuidadin...
Don Juan? jarl!! nunca me había parado a pensar en ello, el e´l, o lo que sea.
Ahora tampoco, pero me mola que escribas sobre cosas así. Me obligas a abrir mi mente y eso mola.
Saludos
LE POINÇONNEUR: Bienvenido No tenía ni idea de esa versión. La busco, la busco. Un saludo.
SIR JOHN: Ay, si yo hablara...
ATIKUS: Eros-tanatos la gran dualidad humana. Y nada de morbo, a celebrar el jalogüín como sea, basta que lo prohíba la iglesia...jajajajajaja.
Aquí se celebra el Samaín, un rito celta muy parecido, con calabazas y todo. Según dicen, es una costumbre que llevaron a USA los emigrantes irlandeses.
Así que nada de ritos foráneos es nuestro y bien nuestro.
Recibo los besitos, mientras no saques los colmillos ;)
L'ESBARZER: Ay, qué peligro mira que si te hago pensar mucho...jajajajajajaja
Besitos.
Lástima,si...
Lo has descrito a las mil maravillas. Es más, creo que el autor, pensaba exactamente lo mismo de ese gran personaje.
La verdad, amiga Lula, es que nunca me había parado a pensar en el personaje de Doña Inés tal como tú haces... supongo que porque siempre he tenido bastante rechazo por esta obra.
Don Juan me parece un personaje esperpéntico (y eso que Valle Inclán aún no había inventado el esperpento), lleno de sentimientos superficiales, superficialmente expresados. Don Juan sería carne de telebasura actualmente... tan primitivo y papanatas como cualquier personajillo de esos que se os pueda ocurrir.
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