domingo, 20 de diciembre de 2009

DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS

Él suspiró hondo y recitó: "Oh dulces prendas por mi mal halladas".
Ella no entendió.
Es un verso del abuelo de mi tatarabuela, le explicó él. Escribió tres églogas, dos elegías, cinco canciones y cuarenta sonetos. Y la mayoría por una portuguesa sin mayores gracias que nunca fue suya, primero porque él era casado, y después porque ella se casó y murió antes que él.
¿También era fraile?
Soldado, dijo él. (...)
Cuando terminó, Cayetano tomó la mano de Sierva María y la puso sobre su corazón. Ella sintió dentro el fragor de su tormenta. (...) Y sin darle tiempo al pánico se liberó de la materia turbia que le impedía vivir. Le confesó que no tenía un instante sin pensar en ella, que cuando comía y bebía tenía el sabor de ella, que la vida era ella a toda hora y en todas partes, como sólo Dios tenía el derecho y el poder de serlo, y que el goce supremo de su corazón sería morirse con ella.
¿Y ahora?
Ahora nada, dijo él, me basta con que lo sepas.

(...)

Repite conmigo, le dijo: "En fin a vuestras manos he venido"
Ella obedeció. "Do sé que he de morir", prosiguió él mientras le abría el corpiño con sus dedos helados. Ella lo repitió casi sin voz, temblando de miedo: "Para que sólo en mí fuese probado cuánto corta una espada en un rendido". Entonces la besó en los labios por primera vez. El cuerpo de Sierva María se estremeció con un quejido, soltó una tenue brisa de mar y se abandonó a su suerte. Él se paseó por su piel con la yema de los dedos, sin tocarla apenas, y vivió por primera vez el prodigio de sentirse en otro cuerpo. Una voz interior le hizo ver qué lejos había estado del diablo en sus insomnios de latín y griego, en los éxtasis de la fe, en los yermos de la pureza, mientras ella convivía con todas las potencias del amor libre en las barracas de los esclavos.
Gabriel García Márquez

3 comentarios:

Crowley dijo...

Me ha encantado eso de llegar hasta sus brazos para morir de amor.
Saludos

Mad Hatter dijo...

Es curioso lo poco que ha cambiado el amor en los últimos 4 millones de años.
Y el fundamento del amor, el impulso de fusión entre dos seres, existe casi desde que existe la vida, desde que la mitocondria se introdujo en la célula eucariote.
Sí, me estoy leyendo lo último de Punset. Se nota ¿Verdad?
Besos.

Fernando García Pañeda dijo...

El amor es la excepción misma de la vida, sin duda.
¡Qué demonios!