La extrañeza: que esta cinta no se haya estrenado nunca comercialmente en España.
La paradoja: que Renoir debiese vender algunos lienzos de su padre para poder filmar sus películas.
La belleza: los ojos de Maureen O'Hara humedecidos por las lágrimas.
La ternura: Charles Laughton en la cárcel cosiéndose el agujero del bolsillo de su chaqueta.
La emoción: que un hombre dedique los últimos minutos en su vida a dejar en la memoria de sus alumnos una semilla de tolerancia y libertad.
La dignidad: la sonrisa del director de la escuela ante el pelotón de fusilamiento.
El lirismo: las estilizadas imágenes en blanco y negro que forman parte de una nueva y poderosa expresión artística.
El símbolo: el gato de Louise que se escapa cada noche a casa de Albert...
La dualidad: nadie es tan cobarde o tan valiente como se imagina.
La esperanza: la educación en el respeto a la vida.
El amor: más allá, mucho más allá de lo comprensible por el mundo.
El perfume: la esencia delicada de una obra de arte.
El monstruo: un actor en una de las mejores interpretaciones de la historia del cine.
La magia: una sala a oscuras y una pantalla blanca.
4 comentarios:
Hace mucho que no la veo...
De todas formas, la tenía en versión original subtitulada (la grabé de un ciclo que dieron de Renoir hace muchos años)... y me ha chirriado mucho escucharla en castellano en tu enlace.
Pero sí, una película más que estupenda. En realidad, además de todas las cosas que señalas... un panfleto propagandístico. Pero cómo me gusta y con qué arte lo hicieron Renoir y compañía.
Un saludo.
Sí, yo también la vi en versión original y el doblaje del enlace es un poco rancio, pero no encontré otro mejor para la escena que quería poner.
Teniendo en cuanta que hoy es 23F y que Gadafi sigue bombardeando a la población civil... por mencionar sólo dos cosas que se me ocurren ahora... bienvenida sea la propaganda de este tipo ¿no crees?
Pero tienes razón, con qué gusto se deja ver.
Un abrazo.
Ahora sólo falta una sonrisa. Una sólo, por favor.
:)
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