“Si este fuese sitio para dar consejos, yo no
me cansaría nunca de repetir a la mujer
que en ella misma residen la virtud y
fuerza redentora.”
Emilia Pardo Bazán
Doña Emilia cumple hoy 160 años y por lo que veo a mi alrededor, por lo que leo o escucho, me atrevo a afirmar que goza de una estupenda salud, intelectual y literaria.
Me viene ahora a la memoria un lejano 1889, en el que la Academia española rechazó la solicitud de ingreso de la escritora con estas escuetas palabras:
La Academia siente mucho no poder resolver en
armonía con sus deseos la cuestión de la Sra. Condesa de Pardo
Bazán, por no consentirlo sus Estatutos, y el respeto que le merecen
tradicionales acuerdos de la Academia que forman, por decirlo así,
parte de su interna constitución.
No es que desestimasen sus sobrados méritos, no, se trataba simple y llanamente de una cuestión de tradición, de principios. El insigne D. Juan Valera (no os imagináis con qué recochineo le pongo el título) llegó a comentar tan descabellada pretensión de Doña Emilia como una cuestión, no sólo irrisoria, sino antinatural y pecaminosa:
En la mujer quiso Dios
dar al hombre una ayuda semejante a él (...) es en la mujer
pecaminosa rebeldía contra los decretos de la Providencia
el afán de tornarse sobrado independiente del hombre y de
campar por sus respetos.
Cuentan que en una recepción a escritores e intelectuales en la Academia, viendo que muchas damas estaban de pie, por no haber sitio, D. Juan Valera les ofreció los sillones de algunos académicos que no habían ido ese día. La respuesta de Emilia fue contundente y lacónica:
Gracias, don Juan. Ya nos sentaremos en ellos algún día las
mujeres por derecho propio.
El pasado día 14, Mª Xosé Queizán, en una carta - de la que traduzco algunos fragmentos- rechazaba la posibilidad de entrar en la Real Academia Galega, a la vez que agradecía emocionada a todos los que la habían propuesto:
Lo único que creo se debe en justicia a la mujer, es la desaparición
de la incapacidad congénita, con que la sociedad la hiere. Iguálense
las condiciones, y la libre evolución hará lo demás.
3 comentarios:
Doña Emilia es una de mis debilidades, su obra y su pensamiento deberían estar siempre presentes. Es impagable sus "Cocina española antigua" y "Cocina española moderna", además de enseñarnos a pensar con sentido común, nos enseña a comer bien, pues sin esto no existe aquello.
Salud
Francesc Cornadó Estradé
Busqué de Emilia siguiendo tu consejo, Lula, pero no encontré nada en las dos librerías que visité. Tengo que volver a intentarlo, hablando mal y pronto me cae de puta madre. Como tú, y como Mª Xosé. Estoy convencida de que con esa carta más de uno se ha echado unas risas a nuestra costa. Afortunadamente cada vez hay más hombres sensibles a la desigualdad, pero la inmensa mayoría sigue pensando que nos quejamos de vicio porque por ley tenemos los mismos derechos. En fin.
Un beso.
FRANCESC: No he leído esos libros que mencionas de Doña Emilia... debe ser una curiosidad leer un libro de cocina de alguien que tan poco estuvo en ella... a pesar de ser mujer... je, je...
Personalmente, prefiero sus ensayos, sus cuentos y sus grandes novelas... Besos.
LU: pues si no me equivoco, creo que te recomendé los cuentos y es cierto, son difíciles de encontrar. En la Editorial Bercimuel los tienes todos... y Eva Acosta hizo una selección muy jugosa, se titula "Cuentos" a secas y ese sí que lo tienes en casi todas las librerías...
A mí también me caéis de puta madre :)))))
Un besazo.t
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