Lo primero que llama la atención viniendo de Venecia son los coches. Un ferry desde el Tronchetto permite a los veraneantes disfrutar de sus maserati también en vacaciones.
Aunque siempre puedas soñar con ver otras cosas delante de las tripas de la Mostra de cine.
En los únicos cien metros de playa libre que se pueden encontrar se agrupaban jóvenes italianos, familias de hindúes, turistas sedientos de sol y alguien como yo, que no concibe tener que pagar para darse un baño en el mar.
Mientras estaba allí sentada con mi caffé shakerato llegó una pareja de extraños personajes. Parecían mendigos o personas sin techo: él escuálido y barbudo; ella, con falda larga y blusa floreada. Dejaron sus pocas pertenencias en la orilla y se adentraron vestidos en el mar. Primero con cierta timidez, después dando grititos y gemidos de placer. De pronto sacaron un bote de jabón y empezaron a enjabonarse por encima de la ropa. Ella metía la mano por dentro de la blusa, por debajo de la falda y frotaba con fruicción; él se enjabonaba la cara, el pelo, el pecho... se aclaraban y vuelta a empezar.
A la primera sensación de repugnancia, pues él tenía el cuerpo lleno de pústulas, me sobrevino una profunda tristeza. Mientras los bañistas se congregaban en la arena para ver el espectáculo y las madres sacaban a sus hijos del agua a toda prisa, comencé a pensar en la historia que traerían detrás. Cuántas penalidades ha tenido que pasar un ser humano para bañarse sin pudor de esa manera. Qué podía yo juzgar de sus caras, finalmente complacidas por un agua vivificadora y libre.
A menos de 50 metros se erigía el exquisito mamotreto del Hotel des Bains. Las pintorescas y cinematográficas casetas de lona rayada habían sido sustituídas por unas de madera y techo de paja, todo con un cierto aire (vulgarmente) caribeño.
Y entonces, delante de todas aquellas imágenes, recordé el final de una novela:
Y aquel mismo día, un mundo respetuosamente conmovido recibió la noticia de su muerte.
Sin duda las palabras de Thomas Mann no se referían sólo a Aschenbach, el protagonista de su relato.
Me encaminé al barco y decidí poner rumbo a otras islas.
Dejamos a un lado la semiabandonada Torcello (donde dicen que a Heminway le gustaba pescar) y con el sol de frente, nuestro vaporetto proletario se cruzó con multitud de embarcaciones de recreo que lo adelantaban dejando una estela de soberbia y espuma. Hombres bronceados y canosos al timón, mujeres tumbadas en la proa o niños rubísimos apenas nos dedicaban una mirada mientras nosotros imaginábamos sus vidas regaladas en el interior de algún palazzo veneciano.
Murano estaba medio adormilada en ese domingo intempestivo de agosto. Las viejas vetrerie y los fornai cerraban sus puertas a cal y canto y los carteles de Chi rompe, paga (El que rompe, paga) bailaban en los escaparates movidos por una tenue brisa. Había pocos turistas y algunas tiendecitas abiertas saciaban la sed de compras .
Burano, L' Isola delle merletti (isla de los encajes), L'isola dell' arcobaleno (isla del arcoiris) estaba algo más animada. Quizás el colorido de sus casas exaltaba los espíritus o tal vez el esmero de sus calles limpísimas nos ofreciera el eco inconsciente de algún disneyland maravilloso.
Burano, L' Isola delle merletti (isla de los encajes), L'isola dell' arcobaleno (isla del arcoiris) estaba algo más animada. Quizás el colorido de sus casas exaltaba los espíritus o tal vez el esmero de sus calles limpísimas nos ofreciera el eco inconsciente de algún disneyland maravilloso.
Chiesa del Redentore (de Palladio) en la Giudecca.
14 comentarios:
Que fuerte el viaje. Alucinante.
Baci tanti.
Perdona por el primer comentario que tienes. Tengo una sobrina muy graciosa que aprovecha el más mínimo descuido para liarla.
Mil perdones Lulita.
Genial. Un aplauso...
Por cierto, el verano pasado yo entré en la playa del Lido por uno de esos sitios acotados, como de clubs privados, y no tuve que pagar nada. Sólo si quería sombrilla o tomarme algo...
Me bañé tan gustosamente, gratis, no sé, a lo mejor me colé sin darme cuenta.
Me acuerdo que me tuve que comprar un bañador ém una tiendecilla allí al lado, porque no iba con idea de bañarme y en cuanto vi el mar no me pude resistir.
El agua demasiado calentorra, para mi gusto.
Non sei a razón, pero non podo ver a documentación gráfica ao completo, fáltame o dato do camarero exipcio. E coido que é imprescindible, máis que nada para sentir aínda máis envexa de non estar eu, agora, por esas terras- augas.
Un saúdo, Lula.
Vaya pedrusco!!!, seguro que no tienes agujetas de tanto peso, jajaja!!
jo que miedo entrar en esos sitos con tanto cristal, yo casi que lo miro desde la puerta que con lo patoso que soy lo rompo todo!
Que paseito mas chulo, ah por cierto puedes ver el post de esta semana seguro que te suena:)
besitos desde la pensión ;)
Me gusta como finalizas tu crónica ante una joya iluminada por el sol.Las fotografías son preciosas junto con las referencias literarias.Ay,(suspiro con profundidad).
Besos,mi querida Lula.
Me he subido contigo gustosa en este viaje, he recordado a Mann, que tenía tan olvidado... he disfrutado del agua, casi me bebo tu copa de vino (creo que no la bebí porque prefiero el tinto)... y vamos, porque no me llega la mano para quitarte el anillo!!!
Besitoss... que voy a escribir ya mi viaje!
Hola, amiga mágica...
Ando atareado con mi propio blog en los pocos momentos que tengo para entrar al ciberespacio, pero he oído las noticias sobre Citroën-sur-mer y no he dejado de pensar en tí.
Espero que tanto tú como tu entorno más inmediato esteis tranquilos y sin problemas.
Un beso.
CAVALIERE: no te preocupes, normalmente suelo borrar ese tipo de comentarios a la primera. Si hubiera sabido que era de tu sobrinita lo hubiera dejado unos minutos ;)
CONDE: sí, yo también me colé alguna vez en las playas de Liguria, pero ese día en el Lido ni se me ocurrió, la verdad.
Baci.
DOUTORA: tiven problemas coa memoria da cámara e non fixen fotos a todo o que quixera. Ainda que coido que ao camareiro exipcio non lla faría. Prefiro telo na memoria je,je. Terá que fiarse do que eu lle diga. Bicos mil
ATIKUS: pues no pesa mucho y además me da un estilazo que pa' qué. Besos acuáticos.
FRANCISCO: pero a ver ¿de qué es ese museo que te tiene esclavizado? ¿no van a dejarte salir para coger un avión y plantarte en Venecia? ¿Con quién tengo que hablar?
Besos ;)))
CARMEN: Vaya, que sólo nos pelearíamos por el anillo ¿no?
Besos pacíficos.
Hola CARRASQUILLO, bienvenido. Afortunadamente sólo ha habido pérdidas materiales en el incendio, pero muchas. Eran naves que albergaban varios pequeños negocios y supongo que vendrá la ruína para más de uno. Además de la contaminación al río Lagares por vertidos. Una desgracia, sí.
Gracias por tu interés, eres un cielo. Bicos.
Fermosas fotos e fermoso texto.
Para mí el Lido va completamente ligado a la historia de Aschenbach. Esa novela de Mann es una maravilla con más capas de lectura que una cebolla.
Bicos!
No he estado nuca en Venecia , pero siempre he sabido que iré algún día.
Y , hoy , despues de leerte , me ha entrado como una cosilla extraña , de que creo que voy a ir antes de lo que me pensaba...
Una crónica hermosa y un anillo perfecto para cruzar luces y reflejos con esas copas de vino.
Gracias por las postales. Como estoy disfrutando con la crónica del viaje, Lula, las fotos preciosas aunque la ciudad se presta a ello... esta vez las islas y el Lido. Me estremece pensar en Muerte en Venecia...
PD:El anillo muy chulo.
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