Lavigny 19, octubre, 08 Queridísima Lula: En papel rayado, como cuando era niño, y con pluma, como hacía mis dictados en el instituto de mi bachillerato. Así te escribo desde Lavigny, en cuya única papelería sólo pude encontrar este nostálgico papel de cartas. La vida transcurre aquí a ritmo vegetal, con naturalidad antigua, de novela centroeuropea de los años treinta. Después de las breves sesiones matinales de consulta médica con el doctor Villeneuve, me dejo llevar por las ondas de esta tierra suave que baja al lago Lemans como una duna blanda tapizada de interminables vegas cultivadas. Playa verde en busca de un agua extraordinaria, lenitiva, femenina. Como el verano insiste en permanecer instalado sobre estas tierras benéficas del país de Vaud, todavía es posible bañarse sin quedar convertido en estatua de hielo. Así que alguna vez me interno desnudo entre cisnes en las aguas de una playa nudista, situada entre Saint Prex y Buchillon. El lago es tiempo muerto, clausura, estrato cero de agua. En ese cero absoluto de la gran agua clausurada entro, rodeado de cisnes y patos. Inenarrable. Cisnes nudistas, grimosamente pacíficos pero geniales en su ejercicio de acompañamiento a mi acto de unión mística con la clausura divina de las aguas perfectas. Hay algo especial en la calidad metafísica de estas aguas románticas y mortales, frontera del suicidio trágico, más incitadoras que las del mar. Mis excursiones por tierras, pueblos y aldeas, del país o región de Vand (entre Ginebra y Lausana) las hago en bicicleta, en una bicicleta elemental, de paseo, sin complejidad de marchas y catalinas, piñones variables ni otros requilorios de la sofisticada mecánica actual. No. Es una bicicleta de paseante propia de un relato de Pavese. En la bicicleta viajo también a mi época de joven veraneante por la zona de Coruxo, aquella BH verde que murió desaparecida, murió de desaparición y no consigo recordar cómo ni dónde ni cuándo. De bicicleta, por bicicleta, en bicicleta, con bicicleta, variedad de fórmulas constructivas con las que jugaba a despistar amistosamente a un colega irlandés que quería aprender castellano. ¿Cómo debo decir: por bicicleta, de bicicleta? Yo le facilitaba todas las posibles construcciones preposicionales mencionadas. Te hablo de los 80, aquel momento heterodoxo, iconoclasta y abundantemente etílico de mi vida. Y ahora, en el 2008 de mi serena madurez, escéptica e ilusionada, bajo en bicicleta, de bicicleta a las orillas del Lemans y paso por Etoy, una aldea de arquitectura infantil, perfecta; entro en Buchillon, limpísimo pueblo lacustre donde no se escucha señal alguna de vida, ni alborotada presencia infantil; me detengo, asombrado, frente a los bañistas de Saint Prex, que imitan el cuadro de Seurat. Y regreso después del mediodía para descansar en el jardín del Sanatorio, picar algo, leer algún fragmento de Hermann Broch o de la magnífica biografía de Valle-Inclán hecha por J. Antonio Hormigón, escribir algún poema esdrújulo (un juego de onomástica lúdica, literatura recreativa, que me ocupa los días amables y descomprometidos) y otros más serios, de los que te mandaré alguna muestra. Entonces es cuando me acerco a Villeneuve, que termina alrededor de las cinco de la tarde su apretada jornada laboral, para acompañarme en itinerancia peripatética por los alrededores de Lavigny hasta la hora de la cena. Itinerante es también el rumbo de nuestra conversación. De la de ayer anoto nombres e impresiones sobre pintores suízos aos que debo visitar en el Museo de Arte e Historia de Ginebra: Alexandre Calame, Charles-Joseph Auriol o Ferdinand Hodler. Son simbolistas y lakistas, muy propicios para la consolidación de mi espíritu de hoy, esta quietud intensa y alerta de mi hora de madurez, acaso primera vejez. Te mando tres fotos. La primera apenas consigue conservar el asombro de mis ojos frente a la vida Seurat de esta escena feliz. La segunda es el recuerdo imposible de un baño lustral entre cisnes y paredes descomunales de los Alpes. La tercera recoge la fachada elegante y precisa del pequeño sanatorio donde vivo como objeto del deseo de la ciencia. Cariñosos, melancólicos besos. Palmiro.
Recuerdo una bici que tenia de peque (con 4 o 5 años) era verde, tenía dos ruedecitas a los lados que luego me quitaron, cuando controlaba la bici, claro no tenía marchas tampoco, me encantaba sacarla del trasteropara dar una vuelta...que tiempos!!
y....¿cuando regresará P. de su involuntario retiro? ¿quizá podría hacer ud. una recepción de bienvenida para que sus anónimxs admiradorxs comprobásemos los extraordinarios resultados de la amputación sufrida? ...me pregunto....¿y su señora y sus hijos? ¿por que no le acompañan en esa temporada de convalecencia?
ATIKUS: yo tenía una "Orbea, la que nunca se estropea", bueno, aún la tengo en casa de mis padres y hasta hace dos veranos todavía funcionaba a la perfección. Besitos nostálgicos (ánimo que va a ser miércoles...)
ANÓNIMO GRAFÓLOGO: pois diga, diga...
CARRASCUS: seguro que se trata de eso, de aislarse de todo, desconexión total. Pues a mí me ha dado una envidia este Palmiro! Besos estresados.
ANA: ¡Ay,cuánto preguntas!. Veremos si Palmiro nos va contando más cosas. No creas que sé mucho más de lo que dicen sus cartas. Besos misteriosos.
Que marabilla, unha carta como as de antes, con remitente humano, escrita a man, en papel pautado, cun selo pegado con cuspe, con palabras que custa descifrar!!! Atopar hoxe no correo algo así é como atopar unha alfaia. Coide a ese amigo como ouro en paño, Lula.
Qué buena carta. Aumenta el interés por conocer más de esa vida como de noble arruinado entre las ruinas de su inteligencia. Me teño xa por palmirista (¿se escribe así?). Un abrazo.
Pues mira yo tenía una Abelux azul celeste con manillar de cuernos, que me daba una verguenza que no veas, en mi delirio le acople retrovisor y claxon.
11 comentarios:
Lavigny 19, octubre, 08
Queridísima Lula:
En papel rayado, como cuando era niño, y con pluma, como hacía mis dictados en el instituto de mi bachillerato. Así te escribo desde Lavigny, en cuya única papelería sólo pude encontrar este nostálgico papel de cartas.
La vida transcurre aquí a ritmo vegetal, con naturalidad antigua, de novela centroeuropea de los años treinta. Después de las breves sesiones matinales de consulta médica con el doctor Villeneuve, me dejo llevar por las ondas de esta tierra suave que baja al lago Lemans como una duna blanda tapizada de interminables vegas cultivadas. Playa verde en busca de un agua extraordinaria, lenitiva, femenina. Como el verano insiste en permanecer instalado sobre estas tierras benéficas del país de Vaud, todavía es posible bañarse sin quedar convertido en estatua de hielo. Así que alguna vez me interno desnudo entre cisnes en las aguas de una playa nudista, situada entre Saint Prex y Buchillon. El lago es tiempo muerto, clausura, estrato cero de agua. En ese cero absoluto de la gran agua clausurada entro, rodeado de cisnes y patos. Inenarrable.
Cisnes nudistas, grimosamente pacíficos pero geniales en su ejercicio de acompañamiento a mi acto de unión mística con la clausura divina de las aguas perfectas. Hay algo especial en la calidad metafísica de estas aguas románticas y mortales, frontera del suicidio trágico, más incitadoras que las del mar.
Mis excursiones por tierras, pueblos y aldeas, del país o región de Vand (entre Ginebra y Lausana) las hago en bicicleta, en una bicicleta elemental, de paseo, sin complejidad de marchas y catalinas, piñones variables ni otros requilorios de la sofisticada mecánica actual. No. Es una bicicleta de paseante propia de un relato de Pavese.
En la bicicleta viajo también a mi época de joven veraneante por la zona de Coruxo, aquella BH verde que murió desaparecida, murió de desaparición y no consigo recordar cómo ni dónde ni cuándo.
De bicicleta, por bicicleta, en bicicleta, con bicicleta, variedad de fórmulas constructivas con las que jugaba a despistar amistosamente a un colega irlandés que quería aprender castellano. ¿Cómo debo decir: por bicicleta, de bicicleta? Yo le facilitaba todas las posibles construcciones preposicionales mencionadas. Te hablo de los 80, aquel momento heterodoxo, iconoclasta y abundantemente etílico de mi vida. Y ahora, en el 2008 de mi serena madurez, escéptica e ilusionada, bajo en bicicleta, de bicicleta a las orillas del Lemans y paso por Etoy, una aldea de arquitectura infantil, perfecta; entro en Buchillon, limpísimo pueblo lacustre donde no se escucha señal alguna de vida, ni alborotada presencia infantil; me detengo, asombrado, frente a los bañistas de Saint Prex, que imitan el cuadro de Seurat.
Y regreso después del mediodía para descansar en el jardín del Sanatorio, picar algo, leer algún fragmento de Hermann Broch o de la magnífica biografía de Valle-Inclán hecha por J. Antonio Hormigón, escribir algún poema esdrújulo (un juego de onomástica lúdica, literatura recreativa, que me ocupa los días amables y descomprometidos) y otros más serios, de los que te mandaré alguna muestra.
Entonces es cuando me acerco a Villeneuve, que termina alrededor de las cinco de la tarde su apretada jornada laboral, para acompañarme en itinerancia peripatética por los alrededores de Lavigny hasta la hora de la cena. Itinerante es también el rumbo de nuestra conversación. De la de ayer anoto nombres e impresiones sobre pintores suízos aos que debo visitar en el Museo de Arte e Historia de Ginebra: Alexandre Calame, Charles-Joseph Auriol o Ferdinand Hodler. Son simbolistas y lakistas, muy propicios para la consolidación de mi espíritu de hoy, esta quietud intensa y alerta de mi hora de madurez, acaso primera vejez.
Te mando tres fotos. La primera apenas consigue conservar el asombro de mis ojos frente a la vida Seurat de esta escena feliz. La segunda es el recuerdo imposible de un baño lustral entre cisnes y paredes descomunales de los Alpes. La tercera recoge la fachada elegante y precisa del pequeño sanatorio donde vivo como objeto del deseo de la ciencia.
Cariñosos, melancólicos besos.
Palmiro.
Recuerdo una bici que tenia de peque (con 4 o 5 años) era verde, tenía dos ruedecitas a los lados que luego me quitaron, cuando controlaba la bici, claro no tenía marchas tampoco, me encantaba sacarla del trasteropara dar una vuelta...que tiempos!!
Las fotos y la redacción es preciosa.
Besitos perezosos de lunes
Esa letra sóame. Non sei agora, pero sóame.
Que vida más aburrida...! sin iPod siquiera. Y seguro que no hay ni tele para ver los partidos de fútbol...
y....¿cuando regresará P. de su involuntario retiro? ¿quizá podría hacer ud. una recepción de bienvenida para que sus anónimxs admiradorxs comprobásemos los extraordinarios resultados de la amputación sufrida? ...me pregunto....¿y su señora y sus hijos? ¿por que no le acompañan en esa temporada de convalecencia?
ATIKUS: yo tenía una "Orbea, la que nunca se estropea", bueno, aún la tengo en casa de mis padres y hasta hace dos veranos todavía funcionaba a la perfección.
Besitos nostálgicos (ánimo que va a ser miércoles...)
ANÓNIMO GRAFÓLOGO: pois diga, diga...
CARRASCUS: seguro que se trata de eso, de aislarse de todo, desconexión total. Pues a mí me ha dado una envidia este Palmiro!
Besos estresados.
ANA: ¡Ay,cuánto preguntas!. Veremos si Palmiro nos va contando más cosas. No creas que sé mucho más de lo que dicen sus cartas.
Besos misteriosos.
Que marabilla, unha carta como as de antes, con remitente humano, escrita a man, en papel pautado, cun selo pegado con cuspe, con palabras que custa descifrar!!!
Atopar hoxe no correo algo así é como atopar unha alfaia.
Coide a ese amigo como ouro en paño, Lula.
Hola Lulita:
Que siga el Striptease.
Qué buena carta.
Aumenta el interés por conocer más de esa vida como de noble arruinado entre las ruinas de su inteligencia.
Me teño xa por palmirista (¿se escribe así?).
Un abrazo.
Pues mira yo tenía una Abelux azul celeste con manillar de cuernos, que me daba una verguenza que no veas, en mi delirio le acople retrovisor y claxon.
Va en serio.
Me uno al club, con Diarios.
Muy bonita carta, sí señor.
Bicos.
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