El despertador sonó como todos los días, sin demasiada piedad. Se levantó con desgana, se frotó el rostro para despegar los vestigios del sueño, y se asomó a la ventana. Ya había amanecido, y el horizonte lo saludó como una hermosa tabla de colores pastel. Lo asaltó el deseo de ir hasta el horizonte y, como Alfanhuí, recoger ollas enteras de sangre fecunda y triste. Pero tenía dos asuntos importantes, urgentes. Su mirada bajó del horizonte a la cama, y allí se quedó un instante eterno en el que todas sus metafísicas se enredaron sin remedio. Sus ojos se soltaron de la cama, de la tersura de la colcha que aún no había abierto. Se sorprendió de que el cielo estuviera plagado de estrellas, que la impersonal luz nocturna de la ciudad no las apagara. Cuánto hubiera dado por pasear durante horas bajo ese cielo oscuro, para descansar del fulgor del día. Pero mañana tenía más asuntos importantes, urgentes. Así que se durmió enseguida, tan agotado que ni siquiera advirtió los sueños que tuvo.
viernes, 21 de mayo de 2010
SEA BREVE (4)
La fortuna ayuda a los audaces: primera colaboración recibida que publico con ilusión y tremendo honor. Espero que esto anime a todo el mundo a mandarme sus breves.
DÍAS Y NOCHES
Etiquetas:
Viernes breve
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario