Y Roma , nos guste más o menos, es la obra de un genio. Un genio cinematográfico y literario que puede permitirse el lujo de contar lo que quiera y cómo quiera, de vagar por los espacios de una ciudad caótica y deslenguada, de vagar por el tiempo, desde el fascismo a la posguerra, de volar sobre el raccordo annulare (circunvalación) o descender a los infiernos de las imposibles obras de la metropolitana, de soñar...
¿No hay argumento? No lo necesita. Roma es la gran historia. ¿No hay personajes? Están todos y cada uno de los seres rocambolescos que pueblan su imaginación. Y por encima de todo están las imágenes, está Roma.
Casi al final de la cinta, un grupo de personas hablan desordenadamente sobre por qué viven en la ciudad: C'è la chiesa, il governo ed il cinema. Tutto quello che da illusione (Está la iglesia, el gobierno y el cine, todo lo que da ilusión) ed insomma, è il posto ideale per vedere si tutto finisce ( y en definitiva, es el lugar ideal para ver si todo termina).
He vuelto a disfrutar con irreverente placer del desfile eclesiástico y de la indescriptible aparición papal (CLIC), pero, si tengo que quedarme con una imagen, una de las más bellas de la historia del cine, me quedo con esta passegiata in motorino, con las sombras y las luces, con la brisa cálida de la noche romana que se disuelve en silencio (siento no poder ofreceros la versión italiana).
7 comentarios:
No sabía que Carlos Fabra fuese cardenal!
Me gusta la roma de los romanos, la de fellini, y mi propia roma, la que paseé y respirá y acaricié y pirateé, pero no hubo suerte, nadie me detuvo ni me recluyó en ninguna cutre comisaría romana y tuve que volver el día que fijaba mi agencia de viajes, en el capitolio me atacó la hidra de la belleza y todos esos senadores bustos me comieron con sus ojos al tiempo que me contaron bellezas tan falsas que hicieron que la mentira, la gran mentira que fue roma que conquistase, buf...luliña, podría contarte...cada dia romano se desparrama en mi memoria en miles jardines bifurcados y solemnes, pero de una solemnidad como de tierra, de esa que la tocas y se derrumba, como a mi me gusto...lo eterno e imperecedero me da grima, no puedo evitarlo, por eso me creí con el derecho de raspar aquellas peredes (papel por medio) del coliseo...mas fieros eran los que erguían el dedo para divertirse con la muerte ¿o no?...termini, la indignidad de la pobreza romana, la suciedad del hotel, la confusión de tanta copia...en fin...para no parar Lula...un beso y quedamos para hablar de Roma.
Pues a mí ésta no me acabó de convencer... No sé... Lo cierto es que me gusta bastante más el Fellini de los comienzos (La Strada, I Vitelloni y esas) que el Fellini-Fellini (del cual también me gustan algunas). Igual le vuelvo a dar una oportunidad algún día, que casi me convences con el texto.
Un abrazo.
¿Nos guste más o menos?
No. Nos gusta más o más. De mis favoritas de este director.
Saludos.
Absurda complejidad, esa es la cuestión. Roma y Fellini son mundos paralelos, que, a su vez, convergen en los imposibles espejos del Callejón del Gato, si hubiese una versión romana. Un mundo, el felliniano y el de esta ciudad procaz y exquisita, del que yo nunca querría salir, siguiendo la suerte de los laberintos y de la apacible monstruosidad de Bomarzo...pero yo que puedo decirte, Luliña, si ya sabes que llevo media vida soñando que me baño en la Fontana de Trevi y que Marcello me observa fascinado... :-)
Pues sí, ANA, SIGRID, una se reinde sin condiciones a esa idea de ciudad que es mucho más que una ciudad y después de eso...cualquier cosa es posible. Baci tanti dalla Fontana di Trevi sotto lo sguardo di lui...
LICANTRO: por supuesto que es una peli imprescindible para mí, pero ya ves que para gustos se pintan colores. Un besazo.
DAVID: sí, hombre, dale otra oportunidad. rReconozco que a mí de Fellini me gusta todo, con distinto grado de intensidad, es cierto, pero todo. Y en pelis como ésta no hay que resistirse, es cuestión de dejarse llevar...besitos.
Un saludo, Anónimo.
Fellini en su película más libre: puro impresionismo cinematográfico en el sentido de que en "Roma" desaparece la narración clásica, la de plantemiento, nudo y desenlace, y se sustituye por pinceladas sueltas que retratan maravillosamente al maestro y su ciudad. LA CIUDAD, así en mayúsculas ¡Qué grande Fellini, y qué grande y maravillosa Roma! ¡y qué ganas tengo de volver allí!
En fin...
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