Te invito a comer.
Puedes escoger: la animada trattoria Za-Za en Florencia, junto al mercado de San Lorenzo,
la exquisita y armónica paz de San Gusmé,
o la deliciosa enoteca Il Osticcio en Montepulciano, corazón del brunello, un vino rojo y ardiente.
Yo elegiría la última. Es un lugar pequeño y tranquilo, lleno de botellas por todas partes, mesas grandes que invitan a una sobremesa prolongada en la tarde y un balcón donde colocar nuestros sueños sobre un valle perfecto y luminoso.
Podemos empezar con unas rebanadas de pan toscano untadas en aceite. Algo para abrir boca mientras elegimos el vino que caldeará nuestras almas.
ANTIPASTI
Finas y jugosas tiras de lardo, una especie de tocino finísimo que se deshace en la boca como una caricia.
PRIMO PIATO
Una insólita y refrescante combinanción: tagliarini con bacon y virutas de naranja.
SECONDO PIATO
Puedes escoger entre una bistecca alla fiorentina, trippa o el ligero y original coniglio alla moda gusmé.
DOLCE
Una crostata con ciruelas frescas o una muerte súbita con chocolate y frutas.
CAFFÈ
Llegado este punto me siento como Meg Ryan en "Cuando Harry encontró a Sally". Cuando el dueño del Osticcio llega con sus pequeñas cafeteras individuales (Bialetti, por supuesto), una crema absolutamente lujuriosa que sustituye al azúcar y los bombones de trufa, sólo puedo exclamar: ¡Oh! sí... mmmm, sí... sí...
Una cucharadita del brebaje maldito y un chorrito de caffè, caldo, amaro, ristretto, son suficientes para comprobar que el paraíso existe.
4 comentarios:
Pues si invitas bien, porque esto se sale de mi presupuesto, me parece (ja,ja).
Bonitas fotos, pero aquí la gracia está en otro sentido, no en el de la vista, por lo que leo.
Buenos días, Lula.
Un magnífico reportaje.
Me apunto el sitio.
Seguramente me escape a Roma y Florencia con la Rubia en un par de semanas...
Ya te cuento.
Baci mile
Lula, esto es lo que tiene sentido: la buena comida, lo demás son historias. No hay poesía como estos platos, ni sin estos platos puede haber poesía.
Unos versos de Dante y estos platos, nada más.
El panorama plácido de la Toscana, su densidad del aire henchido de arte y detrás de la ventana el chianti.
Qué mejor decoración, un revestimiento de paredes formado por botellas centelleantes de verdes y morados chianti.
Muy bien Lula
Salud
Francesc Cornadó
..virgen santa..!
Silvana se viene conmigo esta noche al cine Verdi.
Te manda un beso.
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