martes, 1 de junio de 2010

LA VIDA DE LOS OTROS


Fue un día del azul septiembre cuando
bajo la sombra de un ciruelo joven
tuve a mi pálido amor entre los brazos,
como se tiene a un sueño calmo y dulce.
Y en el hermoso cielo de verano,
sobre nosotros, contemplé una nube.
Era una nube altísima, muy blanca.
Cuando volví a mirarla ya no estaba.

Pasaron, desde entonces, muchas lunas
navegando despacio por el cielo.
A los ciruelos les llegó la tala.
Me preguntas: «¿Qué fue de aquel amor? »
Debo decirte que ya no lo recuerdo;
y, sin embargo, entiendo lo que dices.
Pero ya no me acuerdo de su cara
y sé que un día la besé.

Y hasta el beso lo habría olvidado
de no haber sido por aquella nube.
No la he olvidado. No la olvidaré:
Era muy blanca y alta, y descendía.
Acaso aún florezcan los ciruelos
y mi amor tenga ahora siete hijos.
Pero la nube sólo floreció un instante:
Cuando volví a mirar, ya se había hecho viento.

Bertold Brecht

Este es el poema que el agente de la Stasi, XGW XX/7, lee del libro robado de Brecht. No hay muros que puedan encerrar el corazón de un buen hombre.
La vida de los otros, qué gran película.

El poema me ha hecho rebuscar entre mis viejos libros, en las estanterías olvidadas, detrás de la doble fila...allí estaba el volumen manoseado de Alianza Editorial con los versos de Brecht. El papel basto amarilleado fácilmente con el tiempo, las hojas despegadas, la tapa cuartedada, esquinas dobladas, palabras, versos subrayados. Vuelven emociones antiguas que quizás siempre estuvieron ahí, en la doble fila de mi memoria.

No os dejéis seducir:
no hay retorno alguno.
El día está a las puertas,
hay ya viento nocturno:
no vendrá otra mañana.
No os dejéis engañar
con que la vida es poco.
Bebedla a grandes tragos
porque no os bastará
cuando hayáis de perderla.
No os dejéis consolar.
Vuestro tiempo no es mucho.
El lodo, a los podridos.
La vida es lo más grande:
perderla es perder todo.

8 comentarios:

atikus dijo...

Que peliculón desde luego...y qué final, de los mejores del cine actual, me encanto, como los poemas que has puesto.

Bueno yo estoy en una nube todavía que he estado mas de dos semanas en la otra punta del mundo y todavía no se muy bien como coordinarme jaja!!


veo que por aquí todo marcha igual no?...bueno segiré la ronda poco a poco

besitos

Licantropunk dijo...

¡Enorme película! Y gran protagonista, Ulrich Mühe, que lo he vuelto a ver hace poco haciendo del agrimensor K en "El castillo" de Michael Haneke: los actores que mueren antes de tiempo dejan un recuerdo indeleble de plenitud grabado en el celuloide.
Y el poema muy bueno también: mucha poesía en este blog.
Saludos.

X dijo...

No encontraba las palabras para comentar tu delicada entrada, y no quería dejarla escapar pues me ha encantado...

Yo también he tenido que rebuscar, pero finalmente he dado con la respuesta:



Aquí, en este momento, termina todo,
se detiene la vida. Han florecido luces amarillas
a nuestros pies, no sé si estrellas. Silenciosa
cae la lluvia sobre el amor, sobre el remordimiento.
Nos besamos en carne viva. Bendita lluvia
en la noche, jadeando en la hierba,
trayendo en hilos aroma de las nubes,
poniendo en nuestra carne su dentadura fresca.
Y el mar sonaba. Tal vez fuera su espectro
porque eran miles de kilómetros
los que nos separaban de las olas,
y lo peor, miles de días pasados y futuros nos separaban.
Descendían en la sombra las escaleras.
Dios sabe a dónde conducían. Qué más daba. «Ya es hora
-dije yo-, ya es hora de volver a tu casa.»
Ya es hora. En el portal, «Espera», me dijo. Regresó
vestida de otro modo, con flores en el pelo.
Nos esperaban en la iglesia. «Mujer te doy.» Bajamos
las gradas del altar. El armonio sonaba.
Y un violín que rizaba su melodía empalagosa.
Y el mar estaba allí. Olvidado y apetecido
tanto tiempo. Allí estaba. Azul y prodigioso.
Y ella y yo solos, con harapos de sol y de humedad.
«¿Dónde, dónde la noche aquella, la de ayer…?», preguntábamos
al subir a la casa, abrir la puerta, oír al niño que salía
con su poco de sombra con estrellas,
su agua de luces navegantes,
sus cerezas de fuego. Y yo puse mis labios
una vez más en la mejilla de ella. Besé hondamente.
Los gusanos labraron tercamente su piel. Al retirarme
lo vi. Qué importa, corazón. La música encendida,
y nosotros girando. No: inmóviles. El cáliz de una flor
gris que giraba en torno vertiginosa.
Dónde la noche, dónde el mar azul, las hojas de la lluvia.
Los niños -quiénes son, que hace un instante
no estaban-, los niños aplaudieron, muertos de risa:
«Qué ridículos, papá, mamá». «A la cama», les dije
con ira y pena. Silencio. Yo besé
la frente de ella, los ojos con arrugas
cada vez más profundas. ¿Dónde la noche aquella,
en qué lugar del universo se halla? «Has sido duro
con los niños.» Abrí la habitación de los pequeños,
volaron pétalos de lluvia. Ellos estaban afeitándose.
Ellas salían con sus trajes de novia. Se marcharon
los niños -¿por qué digo los niños?- con su amor,
con sus noches de estrellas, con sus mares azules,
con sus remordimientos, con sus cuchillos de buscar
bajo la carne. Dónde, dónde la noche aquella,
dónde el mar… Qué ridículo todo: este momento detenido,
este disco que gira y gira en el silencio,
consumida su música…


Acelerando (José Hierro)

Paco Becerro dijo...

La peli me encantó, la vi dos veces casi seguidas, es brutalmente buena.

Y el poema que me acabas de descubrir, un complemento perfecto.

Baci, cara

lu dijo...

Pues no sé para qué comento porque no tengo nada nuevo que aportar a lo ya dicho, pero me gusta tanto esta película y me parecen tan brutales esos poemas que algo tenía que dejarte aquí, Lula. Así que te dejo un beso tamaño XXL, guapa.

Eduardo Baamonde dijo...

Alégrome de que a miña insistente recomendación de que virades esta película servira para algo. É unha desas poucas que realmente pagan a pena.
O poema leíno 5 ou 6 veces. Hoxe, e tal vez mañán, non lerei nada máis. Non quero rachar a burbulliña que me quedou na cabez.
Saúde.

Lula Fortune dijo...

ATIKUS: ¡has llegado! me alegro muchísimo de que vuelvas por aquí. ¿Harás una pequeña excepción con tu blog para contarnos qué tal te ha ido por el Imperio del Sol Naciente? Un besazo y sí, un peliculón éste que nos ocupa.

LICANTRO: desde luego que es un actorazo cuando es capaz de transmitirnos tantas cosas sin apenas hablar. Me ha enternecido. Un beso.

XABIPOP: gracias, me alegra que te guste y me alegra verte por aquí. Gracias también por el poema de Hierro, no lo conocía. Un besazo.

FB: nada, a mandar, tú cocinas para mí y yo te leo poemas. Besitos.

LU: pues parece que todos coincidimos en esta película. No la vi en su momento por esas cosas que pasan y el otro día por fin recuperé toda la poesía que hay sus imágenes, Y recuperé a Brecht. Siempre es un placer tenerte por aquí. Otro besazo de vuelta, de esos que resuenan.

EDU: ten cuidado coas burbulliñas poéticas porque como estoupen, vas jodido meu! Un bico.

Manuel Ángel Candelas Colodrón dijo...

Home, don Eduardo, que non a miraramos antes non era por non facerlle caso. E viceversa.