Afroamericanos. Italoamericanos. Blancos. Negros. Mestizos. Cuarterones. Negros-blancos. Café con leche. Cara-carbón. Blancucha. Desteñida. Pelo-lacio. Mono negro. Negrata...¿Dónde estabas tú en el 91?
Afroamericanos. Italoamericanos. Blancos. Negros. Mestizos. Cuarterones. Negros-blancos. Café con leche. Cara-carbón. Blancucha. Desteñida. Pelo-lacio. Mono negro. Negrata...
No me lo puedo creer.¡¡¡¡¡¡¡¡QUE JIMMY CHOO NO ESTARÁ A LA VENTA EN MI CIUDAD!!!!!!!!!!
Fue costumbre durante muchos años representar el drama Don Juan Tenorio en la época de difuntos. Creo que se sigue haciendo en algunas ciudades, aunque aquí a provincias, no llegan ni esas ni otras muchas cosas. Lo cierto es que don Juan es un mito indiscutible de nuestra cultura. Personalmente (y que me perdonen filólogos y demás curia académica) don Juan me parece un picha brava bastante previsible al lado de la riqueza y profundidad emocional presentada por doña Inés. O si no, vayamos a sus palabras:
Una conocida cadena de artículos deportivos ha desembarcado en mi ciudad.
El chándal tiene una utilidad determinada, sirve para practicar un deporte, para disfrazarse camino del gimnasio, campo deportivo, piscina o cualquier lugar de perversión atlética que se os ocurra. Pero ¿qué sucede cuando esa prenda maldita usurpa los demás ámbitos de la vida cotidiana, cuando ejércitos de quechua nos invaden el sábado por la tarde camino del videoclub?

El hecho de que los personajes de la pantalla se pusiesen a hablar, sirvió no sólo para que el cine alcanzase la madurez técnica -a la vez que se sacrificaba el star system del cine mudo- si no también para alumbrar un nuevo género: El cantor de jazz de Alan Crossland (1927) se considera la primera película sonora de la historia. La implantación de las talkies/ películas habladas, es transcendental porque abre inusitadas posibilidades artísticas, a pesar de que eso lleve aparejada la desaparición de muchos intérpretes o realizadores que fueron incapaces de adaptarse al nuevo sistema.
Y el hecho de ser un musical, donde se supone que todo es felicidad y alegría, no impidió que los directores, Donen y Kelly, mostrasen algo de lo que sucedía a su alrededor. En el equipo del musical participaron varios guionistas -el mismo Kelly- que estuvieron en la marcha de cineastas a Washington como protesta por la caza de brujas del senador Mc Carthy. En la escena final, Lina mueve la boca mientra Kathy canta detrás del telón de la misma forma que se contrataban guionistas de las listas negras para que pudiesen trabajar, sin que su nombre saliese en los títulos de crédito.
El argumento nos presenta a una pareja de éxito, Don Lockwood y Lina Lamont, dos estrellas del cine mudo que no se soportan detrás de la pantalla. En la fiesta posterior a un estreno (es genial la ironía con que se presenta la narración que Lockwood/Kelly hace de sus inicios) aparece Kathy Selden/ Debbie Reynolds, una humilde chica de coro de la que Loockwood se enamorará sin remedio. Paralelamente se produce el terremoto de la llegada del sonido y los productores deciden que hay que reconvertir la nueva película para adaptarse a los tiempos. Sin embargo, se encontrarán con un serio problema, Lina Lamont tiene una horrible voz de pito.

El baile con Cyd Charisse : La escenografía de este baile fue diseñada por Salvador Dalí y el rodaje de la escena debió posponerse hasta el final ya que se necesitaba el hangar más grande de los estudios, equivalente a dos campos de fútbol. La actriz reconoció la complicación que suponía bailar con decenas de metros de tela que se elevaban movidos por ventiladores. En realidad se usaron tres motores de avión. CLIC
Singing in the rain: ¿quién no conoce este número? No sólo dio nombre al musical sino que se elevó por encima de él para reinar por siempre jamás en el mundo de los mitos. Para rodar la escena se cubrió con una inmensa lona parte del decorado ya que California atravesaba esos días una época de terrible sequía. Se debió añadir leche al agua que rociaba el set para que pudiese apreciarse en la pantalla y Gene Kelly rodó con una fiebre altísima (¿quién lo diría, verdad?) lo que obligó a los técnicos a reforzar el sonido del chapoteo en el estudio porque carecía de fuerza. CLIC



Lo único bueno que le veo al otoño es que, junto con la lluvia tristona y gris, suele aparecer en cartelera una nueva película de Woody Allen. Así que exceptuando el paréntesis de la fallida Vicky Cristina Barcelona (nadie es perfecto) esto siempre supone para mí un motivo de regocijo.
Y aunque Boris dirija esta orquesta humana con mala baba y pesimismo, la impresión que nos queda es de un rabioso vitalismo que echa por tierra todos los prejuicicios que nos rodean.