jueves, 22 de enero de 2009

A VECES, PASA



Rellenas una solicitud, sin mucha convicción pero escrupulosamente. Envías un proyecto con desánimo pero elaborado a conciencia. Cumples los plazos con rigurosa puntualidad, te comedes en el cálculo de gastos y un buen día le das al clic de "enviado" sin imaginar demasiadas historias.

Entonces sucede que en un lugar muy lejano, un aburrido funcionario europeo lee tu solicitud. Hace frío y apenas entra luz por su ventana empañada. Tiene un montón de expedientes sobre la mesa y se muere por un chocolate caliente. Pasa la vista transversalmente por tu proyecto, hojea el montante de euros e impaciente decide: ACEPTADO, mientras se levanta hacia la deseada máquina de café con el ánimo tranquilo del que sabe cumplido su deber.



Entonces, un día, abres tu correo y ves el mensaje casi olvidado, el extraño remitente, haces clic y de pronto se abre un paisaje nevado, unas temperaturas de infarto, un aire frío y una semana de trabajo. Pero es en Italia.

¡Me vooooooooooy! Estaré cinco días en Castellanza (Milano) gracias a papá Comenius. No tengo ni idea de lo que me espera aunque deseo que pueda tener alguna tarde libre. Ya sabéis, la carne es débil y las rebajas de Armani una dulce tentación. Tendré los ojos bien abiertos y el corazón más salvaje que nunca.


Baci a tutti. Ci vediamo.



lunes, 19 de enero de 2009

OTRAS GUERRAS



Discurso de Gervasio Sánchez, Premio Ortega y Gasset de fotografía, mayo 2008:


Estimados miembros del jurado, señoras y señores:
Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo. ….
Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar.
No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.



Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.
Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.
Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.





Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.
Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.



Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.
Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.



Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.
Muchas gracias.



viernes, 16 de enero de 2009

OTRA ITALIA




Ci sono cose che nessuno ti dirà

Ci sono cose che nessuno ti darà

Sei nato e morto qua

nato nel paese delle mezze verità




In Italia (Clic)


lunes, 12 de enero de 2009

MUJERES LIBERADAS



-¿Mujeres liberadas? Es la falacia más enorme que nos han vendido, Lulita.
Paloma da una calada nerviosa su pitillo. Ha vuelto a fumar, por rebeldía, me dice, y por tocar los cojones. Es una mujer guapa, roza la cuarentena pero con ese aire jovial y decidido que la sitúa en una imprecisa juventud. Es Licenciada en Filología inglesa y trabaja como traductora en una empresa textil. Su marido, Juan Luís, es periodista en un rotativo local. Tienen dos niños.

-Durante años -prosigue Paloma- hemos creído que una mujer debe ser independiente, tener su propio medio de vida, una formación y eso está bien, no me he vuelto tan facha. Pero un día llega la familia, la adorada necesidad de procrear y ahí la cagamos.
Debí poner una cara muy rara porque rápidamente rectificó:
- Quiero a mis hijos, eso no tiene nada que ver, pero ¿qué pasa cuando además de trabajadora eficiente tienes que ser madre abnegada y estar estupenda todo el día? Pasa, que ahí es donde nos la metiron doblada.
-Pero... Juan Luís colabora en casa...-digo tímidamente-
- Sí, colabora. Eso mismo querría yo: colaborar.
Yo no quiero que Juan Luís colabore, eso implica una visión externa de la convivencia. Tú colaboras cuando vas de invitada a otra casa.
Lo que yo quiero es que el trabajo se reparta por igual, pero eso nunca sucede. Las mujeres liberadas acabamos apechugando con casi todo por un ancestral sentido del deber. Es muy entrañable la figura de la ministra paseando a su bebé por la azotea del Ministerio, pero a mí me hubiera gustado ver a un ministro en trance semejante. O ver como un hombre deja una de esas importantísimas reuniónes que tienen siempre los hombres para llevar a su hijo al pediatra.
Qué no, Lulita, qué no, que no nos hemos liberado de nada, al contrario, nos hemos encadenado de forma irresoluble.
¿Sabes quién es para mí una mujer liberada? La mujer de mi dentista.
Ha estudiado su carrera porque la formación es indispensable, ha hecho un casamiento a todas luces ventajoso, crió a sus tres hijos de forma ejemplar y ahora que ya son mayores, es cuando ella refulge en toda su liberación. Va al gimnasio por la mañana, sin agobios y sin prisas. De vuelta a casa, disfruta del aire limpio de la mañana, toma un café mientras lee la prensa y se detiene en una librería a comprar ese libro que ha encargado de poesía inglesa contemporánea o el último de Menkel. Comerá en familia, atenderá los deberes de sus hijos y mientras ellos van a sus actividades, se sentará en el sofá con la perspectiva de una tarde maravillosa sumergida en la lectura. Otro día, tal vez visite la última exposición que llegó a su ciudad, o irá a alguna conferencia interesante. Desde que ha descubierto Internet no para con el Facebook, es asidua lectora de los blogs y consigue unas ofertas estupendas para ir a Londres y ver a su adorado Malkovich en el teatro...


Interrumpo su discurso porque tengo que irme, porque no sé qué decirle, porque creo que tiene su parte de razón y porque echo de menos al dentista en los planes de su mujer.
Sailor me hace señas desde la acera de enfrente, hemos quedado para ir al cine y tengo que despedirme. Le doy un par de besos y prometo volver a llamarla.
-¡Ay! Lulita -me dice mientras me alejo- qué poco sabes de la vida.

viernes, 9 de enero de 2009

ARÁNDANOS


En aquel tiempo no había Mp3, todas queríamos parecernos a Dolores (Clic) y quemar los días besándonos en todas partes (Clic).
Tal vez ahora no seamos más que zombies (Clic)


BUEN FIN DE SEMANA

martes, 6 de enero de 2009

PÁGINA EN BLANCO


Gracias a todos y todas por vuestros comentarios en el post anterior.

Efectivamente, era él, Marcello. Escogí esa imagen porque lo admiro profundamente y porque en ese momento representaba todo lo que sentía: la necesidad de estar en otro lugar, la melancolía indefinible que me inunda en este tiempo postnavideño, la añoranza de la felicidad y el mar -por supuesto, el mar-.
También porque era una imagen limpia, vacía y silenciosa, porque el pañuelo rojo me parece un fantástico mensaje secreto de elegancia y rebeldía, porque -una vez más- me hace sentir cerca de Italia, y porque me daba esa sensación de página en blanco que tengo todos los principios de año.
Porque empezar el año es como empezar un cuaderno. Uno de esos objetos primorosos de tapas duras y hojas prístinas que atesoras con mimo durante mucho tiempo hasta que te decides. Y un día lo abres mientras en tu cabeza empiezan a dibujarse proyectos, deseos, planes fantásticos, propósitos y metas olvidadas que te propones rescatar... Entonces mi mano se agarrota ante la página en blanco, pienso si ese será el bolígrafo adecuado, si estoy en el margen preciso, si lo estropearé todo con una torpe caligrafía, con un borrón o llenándolo de estupideces.


Así estoy hoy. Mirando la foto de Marcello. Anestesiada después de haber subido a este carrusel anual de buenos deseos, consumo y Paz. Sí, sobre todo, mucha Paz. Y observo mi mano temblorosa que no se decide, que titubea acariciando el papel mientras el tiempo pasa.

jueves, 1 de enero de 2009