Pues bien, su agitada vida la llevó de su Inglaterra natal a Irlanda, más tarde a Francia, donde hizo suya la causa por la independencia irlandesa, a la que dedicó varios e intensos años recorriendo Europa y Estados Unidos. En Francia se relacionó con Lucien Millevoye con el que tuvo dos hijos.
Pero es en 1889 cuando Maud conoce a William Butler Yeats y sus nombres pasan a la historia enlazados en el mismo renglón turbulento de la vida. Yeats quedó rápidamente subyugado por la fuerza y la belleza de Maud y le pidió insistentemente matrimonio durante los siguientes años. Y ella lo rechazó con la misma contumacia.
Esas negativas no constituyeron ningún obstáculo para que su relación continuase inquebrantable a lo largo de sus vidas. El poeta participó, seguramente de la mano de Maud, en las protestas contra Inglaterra y ella le ayudó a fundar el Abbey Theatre de Dublín, por poner sólo dos ejemplos de su fértil amistad.
Maud llegó a casarse con John MacBride -muerto en la Pascua sangrienta de 1916- del que tuvo un hijo y del que se separó a los pocos años. Mientras Yeats escribía melancólicos y desesperados poemas, Maud trabajó en la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial, escribió numerosos artículos políticos y fue encarcelada en Irlanda por su participación en las revueltas contra la corona inglesa. Allí fundó, durante la guerra civil, la Liga para la Defensa de las Mujeres Prisioneras cuyo objetivo era servir de apoyo a las familias republicanas.
Después de su muerte, su hijo Sean, recogió el testigo de su combativa madre: fue miembro del IRA, continuó con la labor de defensa de los prisioneros y fue uno de los fundadores de Amnistía Internacional. Sean llegó a ser ministro de Asuntos Exteriores de Irlanda y en 1974 obtuvo el Nobel de la Paz.
Es posible que la relación de Maud y Yeats se diluyera en esos últimos años, aunque no lo creo. Quizás no la tuvo como él hubiese querido, pero Maud vivió la vida que quiso vivir y estuvo a su lado siempre.
Algunos lo llamarían azar, yo no sé cómo llamarlo, tal vez conspiración, o tal vez se queden sin nombre esos hechos insólitos que nos unen a otras personas más allá de lo explicable. Yeats murió en Francia en 1939, pero su cuerpo fue trasladado a Irlanda, a su dulce Innisfree, en 1948. Una de las personas encargadas de exhumar el cadáver fue el ministro de Asuntos Exteriores... efectivamente, Sean MacBride, el hijo de Maud Gonne.