
Virxilio Vieitez no dejó nunca de ser un fotógrafo de pueblo. Curtido en tierras levantinas, retratando a turistas ávidos de sol meditarráneo en los años 60, pronto regresó a su Terra de Montes para no salir jamás.

Romerías, entierros, comuniones, bodas, fotos de señoritas en edad de merecer, altivos inmigrantes que volvían con los primeros signos de una prosperidad material... todo fue paralizado detrás de su objetivo, casi me atrevo a decir, de un modo cruel.