viernes, 16 de septiembre de 2011

FELICIDADES


“Si este fuese sitio para dar consejos, yo no

me cansaría nunca de repetir a la mujer

que en ella misma residen la virtud y

fuerza redentora.”

Emilia Pardo Bazán

Doña Emilia cumple hoy 160 años y por lo que veo a mi alrededor, por lo que leo o escucho, me atrevo a afirmar que goza de una estupenda salud, intelectual y literaria.

Me viene ahora a la memoria un lejano 1889, en el que la Academia española rechazó la solicitud de ingreso de la escritora con estas escuetas palabras:


La Academia siente mucho no poder resolver en

armonía con sus deseos la cuestión de la Sra. Condesa de Pardo

Bazán, por no consentirlo sus Estatutos, y el respeto que le merecen

tradicionales acuerdos de la Academia que forman, por decirlo así,

parte de su interna constitución.


No es que desestimasen sus sobrados méritos, no, se trataba simple y llanamente de una cuestión de tradición, de principios. El insigne D. Juan Valera (no os imagináis con qué recochineo le pongo el título) llegó a comentar tan descabellada pretensión de Doña Emilia como una cuestión, no sólo irrisoria, sino antinatural y pecaminosa:


En la mujer quiso Dios

dar al hombre una ayuda semejante a él (...) es en la mujer

pecaminosa rebeldía contra los decretos de la Providencia

el afán de tornarse sobrado independiente del hombre y de

campar por sus respetos.


Cuentan que en una recepción a escritores e intelectuales en la Academia, viendo que muchas damas estaban de pie, por no haber sitio, D. Juan Valera les ofreció los sillones de algunos académicos que no habían ido ese día. La respuesta de Emilia fue contundente y lacónica:


Gracias, don Juan. Ya nos sentaremos en ellos algún día las

mujeres por derecho propio.

El pasado día 14, Mª Xosé Queizán, en una carta - de la que traduzco algunos fragmentos- rechazaba la posibilidad de entrar en la Real Academia Galega, a la vez que agradecía emocionada a todos los que la habían propuesto:


(...) Nunca quise ni quiero entrar en la Academia. Me consta que ante esta declaración habrá quien recuerde la Fábula de Esopo: la zorra y las uvas... No es mi caso. Pero tampoco me importa que no lo crean. Llevo toda la vida soportando atribuciones arteras y menoscabos sin que eso afectase a mi salud, a mi optimismo y a mi goce intelectual.
No me veo en la Academia y tampoco tengo tiempo para esa ocupación. Son ya bastantes mis ansias y preocupaciones, entre las que están las literarias, las culturales y el activismo feminista.
Sé que las amigas y compañeras feministas confiaban en la labor que podía llevar a cabo en esa Real Institución a favor de las mujeres gallegas, en el campo lingüístico y cultural. Pero, lo cierto es que en ese lugar sólo se puede entrar para trabajar por el interés de los académicos. En esa Casa, (donde por cierto vivió la gran sabia y feminista Emilia Pardo Bazán, que, incluso queriendo, no consiguió entrar en la Academia. Tampoco entró Rosalía de Castro) predomina el imaginario masculino (...).

Afirmo que no hay acritud en las palabras anteriores. Sólo constataciones. Incluso si niegan la Ley de Igualdad y la propia democracia, tengo un vínculo con la Academia con el que siempre me identificaré: la lengua gallega. Además sé que los argumentos expuestos no son ofensivos para los distinguidos académicos. Consideran que el saber es cosa de hombres, en el sentido más específico del término (...)
Pretendí demostrarle a la ciudadanía que me propuso que la Academia será lo último que cambie en la sociedad. Aunque vayan introduciendo alguna mujer a cuenta gotas como quien regala una flor (...).

Aplaudo a Queizán y termino con Emilia. Felicidades a las dos:

Lo único que creo se debe en justicia a la mujer, es la desaparición

de la incapacidad congénita, con que la sociedad la hiere. Iguálense

las condiciones, y la libre evolución hará lo demás.


3 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Doña Emilia es una de mis debilidades, su obra y su pensamiento deberían estar siempre presentes. Es impagable sus "Cocina española antigua" y "Cocina española moderna", además de enseñarnos a pensar con sentido común, nos enseña a comer bien, pues sin esto no existe aquello.
Salud
Francesc Cornadó Estradé

lu dijo...

Busqué de Emilia siguiendo tu consejo, Lula, pero no encontré nada en las dos librerías que visité. Tengo que volver a intentarlo, hablando mal y pronto me cae de puta madre. Como tú, y como Mª Xosé. Estoy convencida de que con esa carta más de uno se ha echado unas risas a nuestra costa. Afortunadamente cada vez hay más hombres sensibles a la desigualdad, pero la inmensa mayoría sigue pensando que nos quejamos de vicio porque por ley tenemos los mismos derechos. En fin.
Un beso.

Lula Fortune dijo...

FRANCESC: No he leído esos libros que mencionas de Doña Emilia... debe ser una curiosidad leer un libro de cocina de alguien que tan poco estuvo en ella... a pesar de ser mujer... je, je...
Personalmente, prefiero sus ensayos, sus cuentos y sus grandes novelas... Besos.

LU: pues si no me equivoco, creo que te recomendé los cuentos y es cierto, son difíciles de encontrar. En la Editorial Bercimuel los tienes todos... y Eva Acosta hizo una selección muy jugosa, se titula "Cuentos" a secas y ese sí que lo tienes en casi todas las librerías...
A mí también me caéis de puta madre :)))))
Un besazo.t