lunes, 24 de octubre de 2011

BENITO

Galdós andaba mal de dinero. No es que ganase poco; al contrario. Pudo enriquecerse con la pluma, caso no visto hasta entonces en ningún novelista español de su categoría. Quizá era algo manirroto. Tales apuros le obligaron a escribir continuamente, hasta su muerte (1920). Llegado al rango de "gloria nacional", no se le discutía. Sus últimas piezas, aunque aplaudidas en el estreno, se sontenían poco en el cartel. Viejo, casi ciego, Galdós salía a las tablas a recoger los aplausos. Incluso salía demasiado pronto, como si su presencia apuntalase el éxito. Alto, ligeramente encorvado, vestido con un largo gabán, liada al cuello una bufanda blanca, encajados bajo la frente unos lentes negros, don Benito avanzaba por la escena como a tientas, llevado por los actores.
- ¡Ya sale don Benito caracterizado de mendigo! - dijeron una vez a mi lado.
La sala se hundía con los aplausos en viendo al veterano luchador llevarse una mano al corazón para significar gratitud.

Manuel Azaña

2 comentarios:

Licantropunk dijo...

De este autor no sospechaba yo que le hubiera ido mal económicamente. Siempre lo concibes como un "superventas" decimonónico. Exactamente: el Pérez-Reverte del XIX.
Saludos.

Lula Fortune dijo...

Sí, era un superventas...si es que eso existia en aquellas épocas, pero no sabía administrarse. Pobre don Benito... no me lo compares con Reverte ¡por Tutatis!
Un beso.